A través de estas líneas
presentaré un breve resumen de diversas intervenciones que como psicopedagoga
he efectuado en un instituto de secundaria, en atenciones individuales con
alumnos y sus familias, así como la creación de un currículum de educación
emocional, que se realiza en forma de crédito variable, dirigido a todos los
alumnos de segundo y tercero de ESO. Forma parte del Proyecto
Educativo del IES Viladecavalls, que valora que es fundamental vehicular la
educación emocional de forma transversal y sistémica en todos los ámbitos
educativos.
Educación emocional desde
un enfoque sistémico
Las emociones
están tejidas en toda la red de
interacciones que el sujeto establece, ello supone observar la gran
complejidad de vínculos. Una persona es
un nudo en una red de relaciones. Desde este enfoque la educación emocional significa ampliar nuestra mirada a todos aquellos fenómenos
que están incidiendo en nuestra vida: la
mirada transgeneracional (antepasados, las raíces), la mirada intergeneracional
(padres e hijos) (maestros- alumnos), la mirada intrageneracional ( lealtad a
la propia generación y al contexto histórico), la mirada intrapsíquica (el
individuo como sistema físico, emocional , mental, espiritual, etapa
evolutiva). Ámbitos todos ellos que construyen y
configuran
nuestro mundo interno. La educación emocional no puede ser por tanto sólo el
aprendizaje de unos recursos y habilidades para identificar y regular las
emociones.
Una educación emocional con estas características pretende
ayudar a superar las crisis vitales de crecimiento y dar herramientas
para poder crear un puente entre las emociones y el pensamiento, y generar un estado de consciencia de los
individuos más global y integrador de su realidad, para estar en
consonancia con todo lo que son y generar
una nueva forma de pensar que haga frente a la creciente complejidad
de su mundo relacional, la rapidez de los cambios y la imprevisibilidad
que caracterizan nuestro mundo.
.
La mirada
transgeneracional
Incluir este elemento dentro del currículum quiere decir, ayudar a nuestros alumnos a reconciliarse con sus raíces sean cuales sean. Asimismo les permite apreciar la
vida tal y como les ha llegado y supone restablecer
la cadena de admiración que como un hilo invisible ata las
generaciones vivas con las generaciones perdidas. Supone también transmitir una
poliidentidad, porque como dice Edgar Morin “somos los hijos de una
família, de un país y de
un planeta “.
Mirada intergeneracional
Aquí nos
centraremos en la relación padres- hijos, maestros- alumnos o sea la posición
que ocupan dentro de su sistema, para
clarificar cuál es su lugar. Esta mirada nos habla del orden y la jerarquía dentro del
sistema, por tanto de la autoridad y los límites, el saber estar en el
lugar que les corresponde y no llevando situaciones que no les pertenecen.
Mirada intrageneracional
Nos centraremos en las
relaciones entre iguales y sus lealtades. Los que pertenecen a la misma
generación o están en la misma linea
jerárquica en el sistema familiar y educativo : hermanos, alumnos, padres-
maestros, maestros - maestros.
Mirada intrapsíquica
Pondremos la
mirada en la estructuración interna y maduración que han conseguido nuestros
alumnos, su integración de esta gran complejidad de vínculos, grado de
maduración y desarrollo. Etapa evolutiva en la que se encuentran y necesidades
propias de su edad.
Ejemplificación de intervenciones en diferentes problemáticas
con alumnos y sus familias.
Estos órdenes y amplitud de mirada
constituyen la base de cualquier
actuación que realizamos sea de forma preventiva en el el crédito,
tutorías etc., o en intervenciones individuales con una finalidad más
terapéutica o de resolución de conflictos.
La actuación del departamento de
psicopedagogía es a petición de las familias, del equipo Directivo, de los
tutores y a veces solicitan la ayuda los mismos alumnos. En ningún caso se
interviene sin previo consentimiento y colaboración de los padres.
Un caso de
bullyng “No nos gustan las lentejas”
El caso me fue derivado por la directora, que recibió a la madre
de una alumna de tercero de ESO y le explicó que su hija desde hacia varias
semanas, estaba siendo objeto de insultos por parte de unas chicas que antes eran sus amigas. La insultaban
por la calle, por el Messenger y en el instituto. Le decían “ no nos gustan las
lentejas” es muy pecosa. Ella quería
denunciarlas si no cambiaban de actitud, porque su hija ya no se atrevía a
salir a la calle y no quería ir al instituto. Se le ofreció la posibilidad de
una intervención desde el centro y aceptaron la propuesta la madre y la hija.
La alumna acudió a mi despacho acompañada de una amiga. Me
explicó los hechos, estaba muy enfadada. Le pregunté si ella atribuía lo que
ocurría a alguna situación y cuál era su relación con las supuestas
agresoras. Me explicó que ella desde
hacía unas semanas salía con un chico que era de otro pueblo,( el instituto
acoge alumnos de diferentes pueblos y culturas diversas) y que las que la
insultaban eran sus antiguas amigas, se metían con ella, porque iba con los del
otro pueblo y la llamaban traidora, explicó que ella iba con quien quería y que
no le gustaba nada su barrio y que si
pudiera se iria de allí.(La amiga que la acompañaba era la hermana del
“novio” que ahora era su íntima amiga).
Le señalé que si yo fuera sus padres, me sentiría muy mal de
oirla hablar con tanto desprecio del barrio donde vivía, donde tenía su casa,
le dije que su barrio formaba parte de su historia, y que era el lugar que
habían escogido sus padres para vivir y
eso debía respetarlo. Le comenté que ese desprecio a ella no la hacía
bien y que la debilitaba.
Con esta
intervención traté de poner la mirada en
su propia història y en sus raices más
que en el
problema concreto que ella traía. Con
ello pretendía que se pusiera en contacto con sentimientos primarios y
profundos.
Le pregunté si tenía algún recuerdo agradable de su vida en ese barrio, en la escuela y con sus
compañeras de la infancia. Le pedí que cerrará un momento los ojos y
visualizara alguna situación. Al poco rato me dijo que si, que había visto la
escuela de primaria y que recordaba las salidas, excursiones, colonias y que lo
pasaba muy bien. Continué diciéndole que visualizara la cara de las amigas que la
acompañaban. Le pregunté, quienes eran, y si alguna de ellas coincidía con las
que ahora le agredían. Me contestó que eran las mismas y que por eso le dolía
tanto que ahora no respetaran sus
decisiones. Le dije que a ellas posiblemente también les dolía que las
despreciara y que se avergonzara de su
barrio y que hablara así. Eso también era una agresión a su familia y a
las personas que habían formado parte de su vida.
Aquí traté de hacerle ver que ella no era sólo la
pobre víctima, sino que con sus actitudes estaba siendo bastante hostil con su
entorno y con su pasado.
Le aclaré que de ninguna manera era correcta ni justificable la
actuación de sus antiguas amigas, pero que si queríamos resolver el conflicto,
teníamos que bucear hacia el fondo que lo estaba provocando. Le expliqué
la estrategia que iba a seguir, que
llamaría a sus antiguas amigas, escucharía su versión a solas, al igual que ella había tenido su espacio.
Posteriormente las reuniría a todas
y realizaríamos una mediación. Me
dijo que estaba de acuerdo.
Llamé a las supuestas agresoras, eran cuatro, estaban muy
enfadadas, decían es una “ chula” “pasa de nosotras”, me confirmaron que estaban muy dolidas con ella. Les dije
que su dolor era legítimo pero que su forma de actuar era inadmisible y que el instituto no lo iba
a permitir.
Aquí les hablé del orden y la ley
y les propuse la vía del dialogo para resolverlo de forma positiva y que
necesitaba de su colaboración.
Primero no querían hablar con ella para nada. Pero a medida que
les expliqué que entendía su dolor, su rabia y que ellas también se habían sentido agredidas por la
actitud de su antigua amiga, se fueron calmando, ya no sólo eran las agresoras,
sino también las víctimas .
La estrategia tanto
con la víctima como con las agresoras,
fue romper la disociación de “buenos y malos” y conectar con los sentimientos
propios más primarios.
Tras esta entrevista, no reunimos ambas partes, que entraron sin
hablarse ni mirarse, se sentaron y se
hizo un silencio. Comencé explicando a cada parte lo que habíamos hablado y
ellas confirmaron que era cierto. Les propuse avanzar un paso más y que cada
parte expresara sus necesidades:
La víctima: “que me dejen en paz y respeten mis decisiones, porque yo
voy con la gente que quiero” Las agresoras: “que no nos mire
tan mal, que no se haga la chula, que no somos apestadas”
Les expresé que iba a verbalizar las necesidades que percibía en
el fondo y que le iba a poner palabras: A la víctima: Ellas necesitan ser reconocidas, que les des un lugar,
forman parte de tu historia de vida.
A las agresoras: Ella
necesita que respetéis su libertad de movimientos y sus decisiones.
Con este mensaje, les pedí
que se miraran a los ojos, y observaran
qué pasaba. Se quedaron en silencio, estaban emocionadas, especialmente
una de las agresoras. Les pregunté a todas
si sentían que estaba bien así y si podíamos dar por concluida esta
situación, todas asintieron y se marcharon.
Desde entonces, no hubo
más insultos, incluso alguna de ellas le saludaba por el pasillo,
pero no volvieron a ser amigas.
Un caso de déficit de
atención:” Mi niño es mis manos y mis pies”
Este alumno de segundo de
ESO presentaba unos síntomas de hiperactividad, despiste, y como consecuencia
apenas aprobaba alguna asignatura. Me fue derivado por la tutora y cuando le
pregunté porqué estaba tan nervioso, se quedó en silencio, quieto, se le
humedecieron los ojos y me contestó: “cuando estoy aquí, siempre tengo miedo
que le pase algo a mi madre “. Me contó que su madre tenía una enfermedad,
una fibromialgia y que casi no podía andar.
Con unos muñecos le pedí
que me colocara a los miembros de su familia, su padre, madre, hermano mayor y
él. Con este juego trataba de ver dónde se situaba. Mientras lo hacía dijo:” yo
siempre con mi madre, por ella daría la vida”, se situó a su lado como si la rodeara con el
brazo.
Le dije: “entiendo
porque no puedes estudiar, esto te pesa más”.
Hablé por teléfono con la
madre a continuación, le costaba mucho desplazarse al centro dada su
enfermedad, pero le dije que era importante que habláramos de su hijo,
enseguida me pidió que le diera una hora y que vendría, su marido no podía
porque trabajaba hasta muy tarde.
En la entrevista con la
madre vi a una señora enferma, casi no podía moverse, pero una mujer con mucha
fuerza en la mirada, se lo expresé. Le pregunté qué opinaba de los problemas de
su hijo con el aprendizaje, dijo estar muy preocupada, sabía que su niño era
muy listo pero no se concentraba, siempre estaba muy nervioso.
Le saqué los muñequitos y
le mostré donde se colocaba su hijo y dijo: “mi niño es muy bueno, es mis
manos y mis pies”. Le dije que eso para un niño era una carga demasiado
pesada y que así él no podía estudiar y que el niño necesitaba ser sostenido.
Se emocionó....se quedó en
silencio y me dijo nadie me había dicho esto, gracias, yo quiero lo mejor para
mi hijo y haré lo que haga falta para que él no lleve esta carga. Le pregunté
que quien la ayudaba, tenía bastante ayuda a nivel material.. Su marido y su
hijo mayor hacían lo que podían, también iba al psicólogo.
Yo sentí que no tenia que
decirle nada más, ella había entendido
perfectamente de qué carga le estaba
hablando y que se iban a organizar. Llamé al alumno, entró, su madre le
dio un abrazo, nos miramos todos y le dije “tu madre y yo hemos hablado
de ti y he visto que sí tu madre está enferma, pero tiene una fuerza increíble,
ella y tu padre te sostienen, deja que ellos
resuelvan esto, ellos lo llevan “. Él se sonrió,
suspiró mirando a su madre.
A raíz de esta
intervención, este alumno mejoró bastante en los estudios. En la actualidad
cursa cuarto de ESO en un grupo de refuerzo y aunque lleva un cierto retraso,
se esfuerza y trabaja.
Con la madre hablo
periódicamente por teléfono de la
evolución de su hijo, está muy contenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario