Roger Schank está considerado uno de los pedagogos más influyentes del mundo. Es uno de esos gurús de moda. Presentamos una entrevista dónde define sus posiciones sin profundizar en ellas. Aún tan discutible como es, no podemos prescindir de lo que se cuece en la "élite" sobre en qué sentido debe transformarse la escuela. No basta, por tanto, con decir, "esta escuela ya no nos sirve". Esto se está sosteniendo desde muy diversas posiciones. ¿Es esta la posición de una escuela que debe hacer posible una cultura de la solidaridad desde los más vulnerables?. El debate ya lo habíamos abierto en este blog con otras aportaciones de esta misma tendencia innovadora.
¿Qué tiene que ver la inteligencia artificial con la enseñanza? Roger Schank (Nueva York, 1946), matemático y lingüista de formación, ve en el primer campo una inspiración para el segundo. Tras años de investigación, fundó en los noventa el Institute for the Learning Sciences (ILS), desde el que se propone revolucionar el sistema educativo. Ha desarrollado un método basado en la experiencia que ha implantado en algunas universidades, incluyendo la Ramon Llull de Barcelona.
Pregunta. ¿Cómo describiría a los estudiantes españoles?
Respuesta. Son tan inteligentes como los de cualquier otra parte del mundo. Pero por alguna razón en España se cree que la literatura y la historia son lo que una persona educada debería saber. Hoy en día no nos podemos permitir levantar una nación a base de intelectuales. Los estudiantes estadounidenses piensan mucho sobre qué negocio montarán o a qué se dedicarán. Aunque eso no les haga ser tan intelectuales como en España, sí que crea más empleo.
P. ¿Por qué hay que cambiar el sistema educativo?
r. Un joven con estudios de cualquier parte del mundo sabe, o le han enseñado, ciertas nociones de álgebra, trigonometría y geometría. Aunque no las vaya a usar en su vida. El hecho de que se enseñe matemáticas no se basa en ningún razonamiento científico o en pruebas empíricas, sino en creencias arraigadas, tradición y otros intereses que no son buenos para el estudiante. Y lo mismo pasa con muchas otras materias del currículum. Nosotros no ofrecemos asignaturas, sino distintos escenarios. En algunos de ellos habrá que aplicar modelos matemáticos, que los estudiantes aprenderán y retendrán. Algunos probarán con escenarios de ingeniería, para los que necesitarán ciertas herramientas; o de medicina, que requerirá otras; de derecho... Hasta que encuentren su vocación.
P. Usted está a favor, pues, de que se haya eliminado el latín de la enseñanza obligatoria...
r. Definitivamente. Algunos científicos llevan tiempo estudiando cuán transferibles son los conocimientos adquiridos en la escuela a la vida real. Y los resultados son demoledores: casi nada de lo que nos enseñan en la escuela nos sirve fuera de ella. El latín es un buen ejemplo de ello. Edward Thorndike publicó un estudio ya en 1923 en el que concluía que esta disciplina “no ayuda a organizar la mente”. La conclusión, pues, es que el latín es inútil para todo aquel que no tenga especial interés en la materia.
P. ¿Cómo resumiría su modelo de educación?
r. Se aprende desde la experiencia. Aprender es el resultado de hacer cosas y pensar sobre ellas. Llegué a esta misma conclusión tratando de comprender cómo funciona la mente para crear máquinas inteligentes. Los humanos tenemos dos tipos de memoria. La más básica, que compartimos con otros mamíferos, es la episódica: almacenamos experiencia, cosas que hacemos. Es la que usaban nuestros ancestros antes de que apareciese el lenguaje, y les funcionó bastante bien. La segunda es la memoria semántica: el lenguaje nos dio la capacidad de desarrollar procesos de razonamiento muchísimo más complejos.
Pero la memoria episódica permanece ahí, y necesitamos activarla. Nosotros lo que hacemos es usar la tecnología de la información para crear situaciones de aprendizaje que permitan a los estudiantes aprovechar las estructuras básicas de la mente. En esencia, simulamos lo que pasa en la vida profesional.
P. ¿Dónde han implantado su método?
r. El primer proyecto que desarrollamos plenamente se remonta a 2003, en el nuevo campus que abrió Carnegie Mellon University en Mountain View, California. Se ha probado durante diez años sobre mil estudiantes y los resultados son buenos. Desde hace cuatro años también estamos en La Salle-Universitat Ramon Llull, en Barcelona.
P. ¿Qué tal funciona el proyecto en Barcelona?
r. La Salle es el tipo de universidad que me interesa. Tienen experiencia en enseñar a la gente a conseguir empleo. Cuando creamos XTOL (Experimental Teaching On-Line), pensábamos en un conjunto de programas online, para móvil y e-commerce, que reeducase a la gente en este prometedor campo en el que se crearán la mayoría de los empleos en las próximas décadas. Para distribuir estos programas necesitamos asociarnos a instituciones que apuestan por una educación innovadora, y La Salle es una de ellas.
P. ¿Qué papel juegan los libros de texto en su sistema?
r. Los libros están bien. Los usamos, aunque digitales. Pero no hacemos que los estudiantes los memoricen para aprobar los exámenes. Los libros son recursos para ayudar a cumplir tareas específicas. Veremos, con el tiempo, cómo los libros digitales evolucionan hacia una nueva categoría de producto multimedia.
P. Si comparásemos a un recién licenciado que haya seguido la enseñanza usual con otro que haya pasado por su sistema, ¿qué diferencias encontraríamos?
r. El primero, básicamente, habrá aprendido a pasar exámenes, ya sea sacando buenas notas o aprobando justito. Pero no a pensar. En cambio, con nuestro sistema el estudiante habrá practicado todos los procesos cognitivos que importan para ser un profesional exitoso y un pensador inteligente. Entre estos procesos se incluyen investigación, planificación, diseño, causalidad, juicio, valoración, comunicación y negociación, entre otros.
Un perfecto servidor del Sistema que nos ha llevado donde estamos.
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