Cuando un alumno se dirige hacia ti tienes cinco opciones a la hora de escucharle. Stephen R. Covey habla de niveles de escucha. Son estos:
1. Escucha ignorada. Se trata de un tipo de escucha en la que dejas claro que aquello que te está explicando es ignorado por ti. Dejas claro al alumno que no quieres escucharle y por ello le ignoras. Pueden ser varias las razones por las que decidas ignorar a un alumno, pero sin duda es un tipo de escucha que debes evitar a toda costa, que debes usar en situaciones límite porque es un tipo de escucha que te aleja y mucho de tus alumnos desde el punto de vista emocional.
2. Escucha fingida. Lamentablemente, se trata de un tipo de escucha que se da demasiadas veces. Es un tipo de escucha en la que las respuestas que das a tus alumnos son vagas, imprecisas. Durante este tipo de escucha es frecuente que, mientras el alumno te habla, tú estés llevando a cabo otra actividad paralela como sacar tu material de la cartera, firmar el registro de faltas de asistencia, borrar la pizarra. Normalmente tampoco sueles mirar a los ojos del alumno y tampoco tu lenguaje no verbal tiene ninguna predisposición para la comprensión de aquello que el alumno te está transmitiendo. Sin duda, es un tipo de escucha que también debes evitar si quieres establecer una relación empática con tus alumnos.
3. Escucha selectiva. La escucha selectiva también se da con cierta frecuencia cuando algún alumno se dirige para comentar algo a un docente. En este tipo de escucha hay un nivel de atención y de predisposición algo más alto que en la escucha fingida, pero tampoco fomenta para nada la empatía con tus alumnos. Este tipo de escucha se da muy a menudo con niños de temprana edad y que demandan mucho atención por parte del docente.
4. Escucha atenta. En el artículo titulado 5 Consejos para aumentar la empatía con tus alumnos hice una clara distinción entre el significado de los verbos oír y escuchar. La escucha atenta, sin duda, es una buena forma de empatizar con tus alumnos. En este tipo de escucha es común que interrumpas todo aquello que estés haciendo para centrarte en tu alumno. En este nivel de escucha fijas claramente la atención sobre el mensaje que te está dando el alumno. Se trata de un tipo de escucha francamente bueno para establecer y fomentar la empatía, pero aún hay otro nivel más elevado. Este nivel se denomina en palabras de Stephen R. Corvey la escucha empática.
5. Escucha empática. Es el nivel más alto de escucha al que puedes llegar a la hora de escuchar a tus alumnos. El nivel de escucha empática quiere ir más allá de lo que se entiende por escucha activa, que básicamente reproduce o imita a la persona que habla, es decir, se esfuerza por ponerse en su piel, pero en muchas ocasiones comete el error de querer contestar con la autobiografía, es decir, una vez el alumno ha explicado lo que le pasa es cuando el docente le cuenta lo que le ha pasado a él en una situación similar. Y esto es un enorme error. ¿Por qué? Porque la respuesta que damos es la respuesta no de su problema, sino de un problema tuyo parecido. Eso no es ponerse en la piel del otro.
¿Por qué debes usar con tus alumnos la escucha empática?
La gran diferencia entre la escucha atenta y la escucha empática es que la escucha empática no tiene la intención de escuchar la biografía de uno. La escucha empática sólo busca comprender, no responder. Y este detalle es fundamental. De ahí que haya empezado este artículo con la frase Procura primero comprender. La diferencia entre comprender y responder marca una diferencia que creo fundamental. La escucha empática defiende por encima de todo tener muy en cuenta el marco de referencia de tus alumnos, es decir, no busca compararlo con algún episodio de tu vida, sino que se esfuerza sólo por entender la visión del alumno, lo que siente el alumno. Y eso es lo que te lleva a diferenciar entre la simpatía y la empatía.
Simpatía vs. Empatía. Hacia un aprendizaje basado en la escucha empática.
Hay una gran diferencia ente ser simpático y ser empático. La simpatía consiste en una especie de acuerdo con la persona que te está hablando. Es curioso observar como muchos docentes se esfuerzan por ser simpáticos, cuando realmente por lo que deberían esforzarse no es por ser simpáticos, sino empáticos. Siendo simpático emites siempre un juicio de valor, mientras que siendo empático lo que buscas no es dar un juicio de valor, sino que todas tus energía se enfoquen hacia la comprensión de la persona que tienes delante. Y esa comprensión está centrada tanto en el plano emocional como en el plano intelectual.
La escucha empática es todo un reto para cualquier persona, para cualquier docente, porque la escucha empática es un tremendo acto de generosidad en la que prestas toda tu atención, y pones tus sentidos, sentimientos y emociones en ella. Y como no espera respuesta de tu parte, como no espera que le cuentes tu autobiografía, se convierte en una oportunidad extraordinaria de conectar con tus alumnos, de establecer una conexión especial que te acerca a un nivel de relación superior y que, sin duda, revertirá muy positivamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje que lleves a cabo con tus alumnos. Así pues, escucha para comprender, no para responder.
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