Se trata de una iniciativa de INED21. La reproducimos por su interés. Es una perspectiva que está en boga. Conviene que la leamos críticamente. Sobre todo desde la perspectiva de compensar las desigualdades socioeconómicas y promover estructuras al servicio de la solidaridad.
Se podían decir muchas cosas, pero señalaré las tres que se me piden, aun a riesgo de dejar otras que también podrían ser importantes:
a) El profesor como guía del aprendizaje, no como única fuente de conocimientos. Esto supone una intensa y extensa formación intelectual para guiar a un alumno que, cada vez, demandará más y necesitará más para formarse intelectual y humanamente, incluso para profesiones que ni siquiera se han inventado aún.
b) El alumno como protagonista de su propio aprendizaje, en un enfoque claramente paidocéntrico en el que el aprendiz toma las riendas. Se acabó lo de ser un “oyente” de clases magistrales, lo de ir a clase a ver “que me cuentan hoy”. A clase se irá a resolver problemas, plantear preguntas resultado de la reflexión personal previa, a realizar trabajos con sentido formativo, etc.
c) Uso inteligente de la tecnología digital, como herramienta de acceso al conocimiento y como ayuda a un proceso de enseñanza-aprendizaje guiado por las necesidades de CADA escolar; es decir, al servicio de una educación adaptativa en la que, de una vez por todas, nos tomemos en serio las diferencias personales. En otros términos, una escuela presidida por un enfoque claramente diferencial.
2. Más allá de las declaraciones y los voluntarismos, ¿cuál es el impacto que está teniendo realmente las nuevas tecnologías en el actual sistema educativo español?
De momento un tanto incierto. No recurriré al manido argumento de la falta de recursos, porque lo que me parece que hay es una falta de decisión por cambiar un modelo de escuela que está caducado. Hay un gran despliegue de tecnología, todas las escuelas (o su inmensa mayoría) tienen equipamientos y acceso a Internet, redes wifi, etc. No obstante, me parece que la tecnología está siendo usada más como sustitución, que como integración o elemento de cambio. Ofrecía en mi blog algunas ideas sobre estas diferencias (Tecnología en la escuela: ¿uso o integración?) y sobre la importancia de entender la tecnología como una oportunidad, no una moda (Enseñando con tablets: ¿moda u oportunidad?)
Pero, ¿oportunidad para qué? Pues para capacitar a los alumnos para ser protagonistas de su propio aprendizaje, saber preguntarse por la información que necesitan, saber localizar y valorar dicha información, adaptar la enseñanza a sus necesidades y algunas otras que mencionaré más adelante.
Hay una entrada en mi blog en la que ofrezco datos, no españoles, que dan una imponente visión de la educación que nos viene, o que ya está aquí para algunas escuelas. (A vueltas con la educación que nos viene. ¿O ya está aquí?)
Necesitamos más formación de profesores para que vayan al ritmo de las posibilidades que ofrece la tecnología, particularmente la tecnología móvil. Pero sin perder de vista que lo importante es el modelo pedagógico, antes y primero que la tecnología. La tecnología es el sobre, lo relevante es la carta.
Es importante analizar las tendencias que están sobre la mesa para animar al cambio. Puede verse al respecto lo que señalaba en torno al blended learning recientemente: ¿Conoces las diez tendencias del blended learning?
3. ¿Cuáles son las posibilidades pedagógicas que podrían abrir las nuevas tecnologías en la educación del s.XXI, deudora aún de la revolución industrial?
En primer lugar me parece que para cambiar el modelo de escuela. Nos permitirían pasar de una escuela donde: libro, asignatura, clase, curso, edad, etc. (es decir, una escuela basada en la acción del profesor), se pasase a una escuela en la que predominasen términos como: conocimientos, saberes, competencias, habilidades, capacidad, personalización, aprendizaje abierto y flexible al propio ritmo (es decir, una escuela centrada en el alumno).
He intentado resumirlo en este post: la personalización del aprendizaje, ¿beneficia los alumnos?
4. Entre las diversas metodologías horizontales (a través de las TIC), ¿qué puede aportar significativamente the Flipped Classroom?
De acuerdo con lo señalado anteriormente, el modelo Flipped Classroom es un enfoque que permite desplazar la enseñanza directa, el espacio común de la clase, al espacio del aprendizaje personal. Hay que reflexionar sobre este enfoque, teniendo en cuenta lo que sus proponentes señalan: “El aprendizaje inverso (Flipped Learning) es un enfoque pedagógico en el que la instrucción directa se desplaza del espacio del aprendizaje en grupo al espacio del aprendizaje individual, como resultado de ello, el espacio del grupo se transforma en un ambiente de aprendizaje dinámico e interactivo, en el que el educador guía a los estudiantes mientras estos aplican los conceptos y se implican creativamente en la materia”.
Es, por tanto, un cambio profundo que va más allá del uso de la tecnología o el visionado de material audiovisual. En unas semanas publicaremos un libro digital que hemos titulado: “The Flipped Classroom. Cómo convertir la escuela en un espacio de aprendizaje”, que se centra, precisamente, en este modelo que la investigación muestra que tiene efectos positivos en el aprendizaje y resulta muy atractivo para profesores y alumnos. Ofreceremos reflexiones teóricas y prácticas, con multitud de enlaces a otras fuentes de información complementaria, así como una sección de experiencias de profesores de diversos niveles educativos que lo han experimentado con éxito. En mi blog hay más de una docena de entradas sobre este modelo. La última es: la enseñanza inversa: ¿aclaramos conceptos?
5. ¿Se está identificando y fomentando el talento en la escuela actual?
La escuela vive de espaldas a las diferencias que todos sabemos que existen en el talento de los alumnos. Diferencias de tal magnitud que, algunos estudios indican que pueden llegar a más de dos años escolares para alumnos de la misma edad. Hace no mucho escribí una entrada en la que me preguntaba por una cosa sencilla: si la variación (las diferencias) está en todas partes ¿por qué no actuamos en consecuencia?
Si consultamos los resultados de PISA, TIMMS o PIRLS veremos que los porcentajes de alumnos en los niveles superiores de rendimiento en España son anormalmente bajos, al igual que los llamados “all-rounders”, es decir aquéllos que tienen alto rendimiento en todas las áreas evaluadas (Alumnos con rendimiento excelente en PISA: ¿quo vadis España?). Lo mismo acabamos de ver en el recientemente presentado informe PISA sobre competencia financiera, del que me hice eco hace unas pocas fechas(“¿Competencia financiera? ¡No, gracias!”)
Hablo de esto en multitud de entradas del blog, y pueden consultarse las docenas de documentos al respecto que ofrece el Instituto Nacional de Evaluación Educativa.
Si echamos un vistazo a las cifras de alumnos de alta capacidad (precursor del talento) identificados en España o qué pasa en los centros educativos cuando se deciden a identificar, nos daremos cuenta de que esta es la gran asignatura pendiente de nuestras escuelas.
A mi juicio, y para cumplir la ley que dice que el sistema educativo velará por el óptimo desarrollo de todos los escolares y se ocupará de determinar las necesidades educativas de los mismos de forma temprana, todos los centros educativos deberían conocer cuál es el potencial para el aprendizaje de CADA uno de sus alumnos. ¿Por qué no se hace? Es sencillo: porque la escuela no lo necesita, ya que se basa en el trabajo del profesor que lanza el mismo mensaje para todos. Es decir, el modelo reinante considera la escuela como un ámbito de enseñanza, donde el receptor de los mensajes orales de los profesores es esa abstracción que llamamos “alumno medio”. Una escuela que, por centrarse en un alumno que no existe, acaba por no servir bien a nadie, ni a los que aprenden con rapidez ni a los que tienen dificultades (basta ver, en los estudios internacionales en los que participa España, el número de alumnos en los niveles inferiores de rendimiento).
Una escuela centrada en el alumno singular (no en la clase) sí necesitaría detectar el talento y el potencial, porque se considerarían las necesidades de cada uno en cada momento. Es decir, se consideraría la escuela como lo que, a mi modesto entender debe ser, un lugar de aprendizaje, donde el alumno es el centro.
6. ¿Qué medidas o estrategias concretas pueden establecer un centro educativo para iniciar esta necesidad: identificar y fomentar el talento?
Ya están algo apuntadas en lo anterior.
Establecer planes sistemáticos y periódicos que permitan conocer, por ejemplo, cual es la capacidad verbal y de razonamiento cuantitativo de CADA alumno. ¿Por qué éstas? Porque sabemos que son esenciales, no las únicas, para vertebrar todo el aprendizaje escolar. Pueden verse los estudios sobre el modelo de CTY que he llevado a cabo yo mismo en España desde hace 20 años. Estos procesos deben repetirse cada año y con una periodicidad que llevase a reevaluar a los alumnos cada dos o tres años.
Este proceso no es para satisfacer una curiosidad, si no para intervenir en consecuencia, con planes personalizados de aprendizaje a la altura de la capacidad y competencia de cada escolar, como va dicho.
La capacidad se relaciona, entre otras muchas cosas, con la velocidad de aprendizaje. Agrupar a los alumnos por edad sin considerar la capacidad y velocidad a la que aprenden es poco acertado. Por otra parte, los profesores deberíamos preguntarnos: ¿qué saben ya nuestros alumnos? y actuar en consecuencia. Recomendaría la lectura de un célebre artículo del profesor Stanley que he traducido en mi blog: ayudando a los alumnos a aprender lo que aún no saben, que se refiere a este asunto y trata, con la sencillez que saben hacer los maestros, del modelo de intervención denominado DTPI, del que también he dado cuenta en mi blog en diversas entradas.
7. Para que nuestros lectores tengan claridad, ¿es lo mismo individualización, diferenciación, y personalización?
Pues no, no son lo mismo. Rescato las definiciones que ofrecía en un post reciente:
La individualización se refiere a la instrucción que se acomoda a las necesidades de aprendizaje de los diferentes alumnos. Las metas de aprendizaje son las mismas para todos los estudiantes, pero éstos pueden progresar, a través del material que se les ofrece, a diferentes velocidades de acuerdo a sus necesidades de aprendizaje. Por ejemplo, los estudiantes pueden invertir más tiempo para avanzar en un tema determinado, omitir temas que cubren la información que ya conocen, o repetir temas para los que necesitan más tiempo.
La diferenciación se refiere a la instrucción que se adapta a las preferencias de aprendizaje de los diferentes alumnos. Las metas de aprendizaje son las mismas para todos los estudiantes, pero el método o enfoque de la enseñanza varía de acuerdo a las preferencias de cada alumno o lo que la investigación ha encontrado que funciona mejor para los estudiantes concretos.
La personalización se refiere a la instrucción que se acomoda a las necesidades de aprendizaje de acuerdo con las preferencias y los intereses específicos de los diferentes alumnos. En un entorno que está totalmente personalizado, los objetivos de aprendizaje y contenidos así como el método y ritmo pueden variar mucho (la personalización abarca la diferenciación e individualización).
Hay fases en el desarrollo de la personalización que planteo en esta entrada: ¿conoces las fases en la personalización del aprendizaje?
8. ¿Cómo cree que debería implementarse la evaluación eficazmente en un sistema educativo actual?
Este es un punto clave que afecta a todo el sistema educativo: profesores, alumnos… Hablaba sobre esto en una entrada reciente sobre la personalización del aprendizaje.
Quiero señalar, en primer lugar, que todas las competencias, habilidades y destrezas cuyo desarrollo y adquisición queramos facilitar en los alumnos, nunca deben dejar de lado algo que es obvio: la memoria y el estudio. Es decir, se hace preciso entender que el estudio, siguiendo a Palacios, es “la ocupación del entendimiento con los conceptos, la presencia de estos en la conciencia”. Es preciso estudiar para saber, para conocer. Esa es la materia prima que, eventualmente, nos servirá para ser creativos, resolver problemas, tener capacidad crítica, etc. Nada de esto es posible sin aprender, en el sentido más básico del término.
Pero saber cosas solo no es suficiente, hay que saber hacer algo con los conocimientos que hayamos adquirido.
La evaluación ya no puede ser solo un mecanismo de comprobación de lo que los alumnos saben (aunque esto no se deba abandonar), debe ser también un proceso encaminado a analizar lo que los alumnos saben hacer con lo que conocen, o cómo saben usar lo que conocen en otras situaciones.
Rescato estas ideas del post mencionado más arriba:
Mientras que el aprendizaje es tradicionalmente evaluado con tests periódicos de conocimientos, el aprendizaje personalizado es evaluado con procedimientos diversos, de naturaleza continua, que permiten adaptar inmediatamente la instrucción y ayudan a guiar a los estudiantes hacia el logro de sus objetivos.
El 66% de los estudiantes (en este contexto) miden su éxito académico por el logro de sus objetivos de aprendizaje personales, por encima de la satisfacción a sus padres (55%) o los premios y reconocimientos escolares (45%).
En una era en la que los tests estandarizados son la norma, el aprendizaje personalizado ofrece una perspectiva diferente de la educación- una que pone en primer lugar al alumno.
9. ¿Qué competencias y habilidades debe tener el docente del s. XXI?
Por todo lo que va dicho y, lejos de que pudiera pensarse que el profesor estará de más en un sistema educativo lleno de tecnología, opino lo contrario. El profesor es más necesario que nunca, pero para una función diferente. Ya no tendrá que ser “el sabio en el escenario” sino “el guía al lado del alumno”.
Para esto hacen falta profesores que sepan mucho de sus materias, que tengan un horizonte intelectual amplio y que sean cultos.
Conocedores de sus alumnos y de los factores que determina las diferencias en el aprendizaje, que sepan promover el trabajo en equipo, el desarrollo de proyectos, la capacidad crítica y la resolución de problemas y otras que podrían mencionarse.
Que conozcan los modelos pedagógicos que rescatan al alumno de su papel de espectador al de actor, como el modelo Flipped Learning ya mencionado.
Que sepan utilizar la tecnología como medio de transformación y ocasión de promover aprendizajes más amplios y profundos, adaptados a las necesidades de cada escolar.
Que sepan reconocer que lo importante es lo que el alumno aprende, más que lo nosotros enseñamos.
Que estén dispuestos a fomentar hábitos intelectuales que faciliten a los alumnos ese camino, siempre por transitar, de ser aprendices permanentes.
10. Finalmente, ¿cuáles son las tendencias que, en su opinión, más impacto tendrán en la educación y el aprendizaje del s. XXI?
Lo señalé hace unos días en mi blog hablando del blended learning, así que no me extenderé.
La entrada a la que me refiero comenzaba: “Actualmente, hacer el aprendizaje de los estudiantes más personalizado, más atractivo y más colaborativo, es lo que está impulsando la innovación”. Esto lo dice todo.
Solo me resta agradeceos de nuevo la invitación a participar, siquiera modestamente, en un proyecto tan interesante como el vuestro.
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