
Existe una auténtica guerra contra los niños. Los traumas tienen un origen institucional. Son planetarios. Y las cifras son obscenas, como dice el propio autor Boris Cyrulnik. La mayor parte de los traumas tienen que ver con la guerra y con la miseria, con el derrumbe de los sistemas económicos y sociopolíticos. Con el derrumbe de los sistemas institucionales de protección y con la perversión de la familia, del lugar que debiera ser "el más seguro del mundo".
De manera que no podremos afrontar auténticamente los traumas sin tener en cuenta esta dimensión institucional del problema. Y nuestra tendencia es descartarla. Tampoco el libro insiste mucho en ella pero no deja de mencionarla. El mundo sería mucho menos traumático si trabajara más por la justicia y la paz que por la guerra, si apostara más por educar para la solidaridad que por educar para la individualidad. Si apostara más por la vida que por la muerte. No lo olvidemos.
LA
RESILIENCIA EN TRAUMAS PLANETARIOS HABITUALES
A) LAS AGRESIONES
EN LA GUERRA
No son forzosamente más traumáticas las
agresiones de las guerras que las agresiones cotidianas. Ya hemos señalado
anteriormente que tenemos que tener en cuenta los distintos factores de
resiliencia.
a. Las
agresiones más frecuentes a las que se enfrentan sobre todo los niños y
niñas en las guerras son:
a.
La violación
b.
La tortura propia o de familiares.
c.
La masacre de familiares o de personas cercanas
a su entorno
b. El trauma de la guerra, como otros muchos, se
manifiesta con algunos síntomas muy
claros:
a.
Abatimiento y tristeza. Caras desfiguradas
incapaces de sonreir.
b.
Falta de reacción. Comportamientos lentos, relentizados
c. Poca atracción por los juegos, poco interés por
el colegio,… desmotivación total para toda manifestación “de vida”, vitalista.
Desesperanza existencial.
d.
Retraimiento en las relaciones. Desconfianza
absoluta.
e.
Impulsos destructores ante todo lo que se “hace”
o se construye: “NO merece la pena” quiere decir a su vez “no merezco la pena”.
c. Llamas de
resiliencia que hay que avivar en situaciones así. Comportarse así debe
“entenderse” correctamente para ofrecer guías de resiliencia adecuadas.
1. Comportamientos oblativos, generosos:
a. La sensibilidad ante la desgracia de los demás.
Deseo de ayudar a los demás.
b. La renuncia a sus propios recursos personales
para ofrecerlos. Frente a la culpabilidad que se siente, deseo de
redención. Sienten vergüenza ante un
sentimiento de placer personal.
2. Comportamientos de huida del pasado.
a. Excesiva jovialidad. Buscar siempre provocar en
los demás la risa.
b. Compromisos superficiales. No se quiere
comprometer en serio con nada
c. Hiperactividad. Estar siempre ocupados.
3. Fantasías de “omnipotencia”. Se inventan “hadas”
o “duendes” que les dotan de fuerza, dinero, sabiduría… Pero sobre todo se quiere afecto, amor. Se
está pidiendo a gritos “ser amados”, colmarse de amor.
4. Invención
de compañeros imaginarios.
5. Importancia de los animales. Son objetos
transicionales, dotados de posibilidad de ser cuidados, de volcar en ellos toda
la afectividad que no somos capaces de volcar en las personas.
6. El
odio. Es inicialmente un impulso que
permite identificarnos como agredidos y también que permite ponerle un contorno
al agresor y a la agresión. Habrá que trabajar con este impulso.
d.
Sin
embargo, apagan e impiden el desarrollo de un proceso de sanación (y por lo
tanto son comportamientos a evitar) (pg 173)
1. La superprotección. La abnegación invasora que
no deja al “agredido” posibilidad de actuar por si mismo.
2. Un medio estropeado con adultos depresivos. Un
medio sin referencias físicas estables, pero sobre todo sin figuras de apego
que le den sentido y alegría a la vida (adultos “muertos”, decaídos,
neuróticos,…)
3. Hacer imposible la “socialización”. Sin
“socialización”, sin proceso de inserción social el relato “mítico” se
convierte en “mitomanía”. La acción es pura “supervivencia” adaptativa. Las
fantasías de omnipotencia se vuelven
“patologías narcisistas”
B) AGRESIONES
SEXUALES
a.
Hay que tener en cuenta algunas especificidades diferenciales a la hora
de abordar la agresión sexual y de cara a su sanación (pg. 175-176)
·
El sexo.
§
Las agresiones a chicas menores de 18 años son
un 20%. Las agresiones a chicos, un 10%.
§
Las niñas suelen conocer al agresor, que en el
70% de los casos es un pariente cercano. Los niños generalmente no. El agresor
suele ser un desconocido
§
El 90% de las denuncias de agresión sexual se
presentan contra los hombres. Sólo un 10% se presentan contra las mujeres (los
niños no suelen denunciar)
·
El parentesco, la familiaridad, la cercanía con
el agresor.
§
Cuando el agresor sexual es un desconocido se
convierte rápidamente en un enemigo y el odio suele tener un efecto resiliente
protector.
§
No es lo mismo que cuando el agresor tiene un vínculo
afectivo o una relación de parentesco de la que se espera protección.
·
Según la duración de la agresión.
§
No es lo mismo una agresión puntual, en una
situación no habitual
§
Que una agresión violenta, duradera, humillante…
y con la complicidad de otros familiares o parientes.
·
La pobreza no es un factor determinante de cara
a establecer en qué capas sociales se producen más agresiones sexuales.
b. Llamas de resiliencia
Es fundamental el ENTORNO de cara a afrontar
esta agresión. Encontrar acogida, apoyos afectivos y posibilidad de compartir es lo que marca la diferencia
entre poder afrontar o no el trauma (pg 178). Podemos encontrar por lo tanto
este ENTORNO
§
Dentro de
la familia. Aunque con frecuencia una familia o entorno conmocionado y muy
afectado por la agresión no suele ser de gran ayuda.
§
Es más eficaz fuera de la familia, a través de
terceros que escuchan, acogen y son capaces de revalorizar a la persona
agredida: un psicólogo, un amigo, una comunidad religiosa, el matrimonio,…
c. Ahogan- desvían- pervierten la resiliencia
(pg 180-181)
- En familias conmocionadas, también traumatizadas…el exceso de compasión, la superprotección. A veces, en estos entornos, el o la agredida se acomoda jugando un “rol” socialmente muy valorado. P.e. se convierte en la mejor alumna de clase.
- ¡Hacer el payaso! Las bufonadas, los sainetes exagerados, los comentarios “pervertidos”… son comportamientos habituales de los agredidos. Esto suele actuar impidiendo una buena acogida social del sujeto.
- Los deseos de venganza. El 10% de los chicos agredidos y el 3% de las chicas se convierten a su vez en agresores.
- La excesiva identificación del traumatizado con su trauma. El relato recurrente y repetido del trauma. Que además suele ocultar otros problemas.
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