Samanta Biosca trabaja como coach personal después de haber sido maestra durante 15 años. Trata con jóvenes más o menos difíciles y con sus familias para que sean constantes y se pierda el miedo a la educación.
Samanta Biosca cambió el aula por las casas de los chicos. Empezó como maestra en una escuela privada “un tanto especial” en la que acogían “todos los casos que nadie quería”. Adolescentes conflictivos o niños con TDAH o Asperger fueron su día a día durante 15 años hasta que, crisis mediante, la escuela cerró. Como quería seguir esa línea de trabajo se hizo coach personal, esa figura cada vez más común en España que tutela o acompaña a un menor (o a un adulto o a toda la familia) en un proceso de búsqueda de objetivos personales, cambiar comportamientos, etc. Desde su experiencia, Biosca habla de “padres perdidos” respecto a la educación de sus hijos y cómo relacionarse con ellos.
¿Por qué dice que están perdidos los padres?
Hemos pasado de una educación muy dirigida por los padres autoritarios a una educación totalmente permisiva sin ningún tipo de responsabilidad u obligación de los chicos. Hablamos de estos padres súper controladores, toda la responsabilidad es suya. Y esto es una hecatombe brutal porque tienes adolescentes irresponsables, sin compromiso.
Hay cantidad de información en el mundo de educación, pero los padres no se cuestionan realmente qué tipo de educación quieren dar a sus hijos. Están perdidos. Hoy prueban una cosa, mañana otra, al tercer día otra. Y te dicen: “He probado todo, pero nada funciona”. Seguramente no con la constancia necesaria para marcar ese hábito. Quieren tener autoridad, pero también ser sus colegas. Quieren ser pedagogos, pero luego sale un dictador. Hay muchas incongruencias. La escuela donde van nuestros hijos marca unas pautas, igual no estamos de acuerdo con ellas. Será importante escoger el colegio para saber qué van a enseñar a tu hijo para reforzarlo en casa. Veo a los padres que están muy perdidos y cometen errores muy tontos que son muy fáciles de rectificar. A mí también me pasa como madre. En casa del herrero, cuchillo de palo.
¿Se desentienden las familias de la educación y le dejan el marrón a los colegios? O, incluso, ¿trabajan a veces ‘contra’ los colegios?
Hay de todo. Muchos padres delegan la educación de sus hijos en el colegio, cuando no debería ser así. En el colegio se enseñan conceptos y otro tipo de cosas. Para mí la educación se enseña en casa. Entonces están los padres híper protectores que están haciendo una mala educación. Están los padres autoritarios, que están haciendo una mala educación. Creo que hay un cambio en la educación, pero como no está definido vamos todos a la deriva. Por ejemplo, cuando hablamos de valores en la familia. Le pregunto al padre qué tres valores quiere transmitirle a su hijo. Y me habla de tres sin que la madre lo sepa. Y luego le pregunto a la madre. Me da otros tres diferentes. Si el padre transmite unos valores y la madre otros ya tenemos un problema. Todas estas cosas son tonterías, pero si se hablan en casa nos marcan una línea de educación.
¿No sabemos lo que queremos?
Creo que hay una sociedad que ha perdido los valores. Por ejemplo, el éxito sin esfuerzo. Es un valor que se propaga por todas partes. Sale en la televisión. En todas partes se les vende a los chicos el éxito rápido y sin esfuerzo. Esto es un cambio social que se está produciendo y tiene consecuencias. Por ejemplo, los niños nini. ¿Qué quieren? Salir por la tele, ser famosos, ganar dinero y ya. La cultura del esfuerzo y el sacrificio que tenían nuestros padres a nivel social no la tenemos ya. En cuánto algo supone un mínimo de sacrificio, lo abandonan. Ponles un puzzle, verás lo que tardan… en descartarlo, porque requiere un esfuerzo y una concentración. También hay otros valores que están aprendiendo, que son nuevos, que están muy bien. La flexibilidad, la resiliencia.
El ejemplo de nuestros padres es la educación más importante. Lo que vemos, no lo que dicen. Algunos tienen una incongruencia total entre el discurso y la acción. “No uses tanto el móvil” y luego se sienta tres horas con la tablet. Nos tenemos que cuestionar como padres o educadores qué modelo transmitimos. “No hables mal”, pero luego el padre no respeta a su madre. Esto lo veo mucho. Faltas de respeto brutales hacia el padre o la madre y luego se le pide al chico respeto. No lo va a hacer.
¿Es un trabajo integral entonces, no sólo con los jóvenes?
Sí, yo los hago pasar a todos. Es verdad que hay padres que no quieren. Digo: “Empiezo con el chaval, pero vamos haciendo sesiones con todos”. Alternamos, les damos pautas. Es verdad que hay padres que te dicen que no, entonces te vas. Cuando un adolescente se ha perdido, falla, una parte puede ser responsabilidad del adolescente, pero también es de otros, no sólo suya.
Usted ha sido maestra, ahora no trabaja con ellos formalmente, pero sí mantiene contacto. ¿Están formados los docentes para tratar con adolescentes conflictivos?
No. En nuestro colegio, que sólo recibíamos casos problemáticos, sí que teníamos una formación tremenda. Teníamos formación constante. Por eso he podido derivar hacia aquí. Podíamos hablar de cualquier conflicto de trastorno, una dislexia, un TOC, un Asperger… Pero normalmente no se da esta formación al profesorado; es más, pocas veces el profesorado es receptivo a recibir esta formación. No quiero generalizar pero, por ejemplo, veo a muchos profesores formándose en tecnología, etc., que está muy bien, pero en cuanto a inteligencia emocional, poca. Además, la teoría es muy poco práctica en estos momentos. Está muy bien, pero no es lo mismo que en el aula. Al psicólogo le decíamos: “Métete en el aula ocho horas con los niños y verás si una estrategia funciona o no”. Falta experimentación. Prueba, resultado. Hay teoría, pero es poco aplicable.
Pero entiendo que adolescentes conflictivos ha habido siempre.
Sí, pero antes se cortaba más de cuajo. Yo era una TDAH tremenda. Me han expulsado de cuatro colegios. Pero cuando yo estaba en el colegio no se contemplaba el trastorno. ¿Cómo se trataba? Pues torta tras torta. Y cuando llegaba a casa, más. Había adolescentes conflictivos, sí. Pero por el miedo a las represalias se coartaba. Ahora no hay este miedo -y yo lo agradezco-, pero nos hemos pasado a: “El niño hay que protegerlo, tiene derecho a todo”. Nos hemos ido al otro lado. Y aquí se nos pierden.
¿Deberíamos preocuparnos o nos preocupamos demasiado por algo que ha pasado siempre?
Adolescentes problemáticos siempre ha habido. Pero los problemas de hoy, con toda la información que tienen, creo que son mayores. Por ejemplo, consumo de drogas, disparado. ¿Por qué? Porque el acceso es súper fácil. Porque los padres no le dan ningún tipo de importancia. “Sí, fuman porros y tal…”. Que un niño con 13 años pruebe los porros o la cerveza no lo veo un problema. Pero un consumo semanal sí es un problema. Hay una relajación con según qué temas… No hay educación de drogas, no hay educación sexual. En las escuelas no se está dando esta educación, pero es que en casa tampoco. Y se educan a través de internet, imagínate lo que les llega, sin filtros.
Ni en la escuela ni en casa. ¿A quién corresponde?
Yo creo que en casa primero. Los padres no hablan del tema porque creen que es propiciarlo. “Si no hablo de drogas no las van a probar”. Pero lo van a probar y va a ser peor. Están más informados que los padres.
Pero esto son tendencias difíciles de revertir…
Sí. Veo padres muy preocupados, pero tienen al niño delante de la televisión viendo cosas que no tocan.
¿Se preocupan más que actúan?
Exacto. Y, sobre todo, el empirismo. Probar, probar. ¿No funciona? Prueba otra cosa. Experimentar y perderle el miedo a la educación. Para llegar a un buen resultado hay que probar, corregir errores.
¿Cómo se trata con un adolescente que boicotea la clase?
Eso es el resultado de un malestar suyo, por tanto, hay que encontrar dónde está ese malestar. Si le das la opción de hacer las cosas bien, la toman. Puede ser que se pierda o que esté desmotivado. El profesor a lo mejor no puede detectarla, pero sí avisar en casa, al psicopedagogo. Nosotros aplicábamos lo que llamábamos la extinción. Ignoramos al chaval hasta que nos hable bien. Es difícil, yo creía que era inaplicable. Pero se consigue. El tiempo fuera viene muy bien, sacarlos a parte, nunca ridiculizarlos delante del grupo. Es un trabajo de chinos, pero da resultado. Ahora, es un esfuerzo tremendo por parte de todos.
Teníamos un grupo de psicopedagogía buenísimo. Algo que ha dejado de existir, hay grupos que no tienen psicopedagogo, y este refuerzo es importante. Las herramientas se van aprendiendo con la experiencia, pero el conocimiento teórico no se tiene al principio. En la universidad esto no te lo enseñan. El profesor está muy maltratado a nivel social. Te llegan los padres y te dicen: “¿Por qué has suspendido a mi hijo?”. Yo no he suspendido a tu hijo, tu hijo ha suspendido solo. “Es que no lo motivas”. Hay mucho machaque al profesorado, parece que son responsables de todos los problemas.
¿Se debería trabajar más la inteligencia emocional en las escuelas?
Todos hablamos de inteligencia emocional pero quién sabe lo que es. O cómo gestionar nuestras emociones. Esto no nos lo ha enseñado nadie. Sería una asignatura fenomenal. Toda la revolución que se está haciendo en el sistema está intentando aplicar esta inteligencia emocional. Creo, deseo y espero. Estamos en un cambio, como hubo la revolución industrial, que fue un cambio a nivel social brutal, creo que estamos en un momento parecido y por eso estamos tan perdidos. Nadie nos ha enseñado a gestionar las emociones y nos estamos dando cuenta de que es una de las partes más importantes del ser humano. El sistema educativo debe implantar la gestión de las emociones y la inteligencia emocional. Si una persona está sana emocionalmente, todo lo demás funciona.
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