Uno de los autores italianos más traducidos y valorados
Gianni Rodari fue un escritor, pedagogo y periodista especializado en literatura infantil y juvenil
Hablando de literatura infantil
“Un libro para niños se puede considerar como logrado cuando interesa a los niños y estimula y compromete sus energías morales, toda su personalidad, al igual que hace un buen juguete. Esto quiere decir que el libro ha de responder a cualquier pregunta fundamental, a cualquier necesidad real de los niños, ha de ser, en cierta manera, un instrumento de su crecimiento.
¿De qué manera? No hay que olvidar que un niño no es una flecha que va en una sola dirección, sino muchas flechas que simultáneamente van en muchas direcciones. Es un centro de actividades y de relaciones. Es una mano que juega, una mente que absorbe, un ojo que juzga. No le llega un tipo único de estímulos, sino que le impactan de mil clases.
El crecimiento es una investigación para la que tiene necesidad de una gran variedad de materiales y, por lo tanto, de libros diversos que constituyen a la vez algo semejante a una “biblioteca de trabajo”, un campo de juego, un gran espacio abierto, que pueda gestionar libremente y que está a su servicio en distintos momentos. Libros al servicio de los niños, no niños al servicio de los libros. Libros para niños productores de cultura y de valores, no para niños consumidores pasivos de valores y de cultura producidos y dictados por otro.“
Fragmento del artículo La imaginación en la literatura infantil, escrito por Gianni Rodari.
Nació en Omegna, en 1920
Era hijo de un panadero y tuvo dos hermanos. Al morir su padre, cuando él tiene apenas diez años, su familia se traslada a Gavirate, cerca de Varese. Su madre lo inscribe en un seminario católico, pero cambia de rumbo casi inmediatamente y estudia magisterio.
Gianni es un chico huraño pero aplicadísimo
Brillante en los estudios, despierto
Se matricula en la Universidad Católica de Milán para estudiar idiomas, pero no llega a licenciarse. Prefiere enseñar, a menudo en escuelas de provincia.
La guerra le deja cicatrices
Pierde a sus amigos más queridos
Su hermano Cesare acaba en un campo de concentración alemán. Gianni Rodari ya ha madurado su elección: de católico militante pasa al marxismo. Se afilia al PCI (Partido Comunista Italiano) en 1944 y participa en La Resistencia.
Después de la guerra inicia su carrera periodística, en primer lugar en L’Ordine Nuovo, que dirige por un breve periodo. Después en L’Unità, como redactor jefe, director de las páginas culturales, y más tarde como corresponsal.
Mientras tanto, escribe
Escribe sobre todo para los niños
Funda Il Pioniere. Mezcla de forma magistral diversión y pedagogía. Habla con los niños, pero también con los maestros y con los padres.
Y entonces pudo verse cómo ciertos señores con carteras de cuero y con gafas de lentes bifocales -magistrados, notarios, consejeros delegados- se armaban de un martillo y corrían a demoler una pared o una escalera… (El edificio que había que romper)
En 1954 se casa con María Teresa Feretti
Funda Avanguardia, el periódico de la Federación Juvenil Comunista y trabaja en Paese Sera.
Sin embargo, su producción más abundante, la que nunca abandonará, es la dedicada a la infancia, un hecho demostrado por títulos que todos los niños italianos han tenido en sus manos, como Cuentos por teléfono (1960), el Libro de los errores (1964) o el Libro de las retahílas (1972).
Posiblemente, Rodari en los años 60, en la escuela donde trabajó en Emilia Regia
En 1973 publica su obra más importante La Gramática de la fantasía, texto imprescindible para los que tienen que trabajar con niños, ya sean maestros, padres o educadores.
Gianni Rodari es un clásico
La escuela italiana, pero también muchas escuelas en el mundo, adoptan sus textos. Los niños crecen con sus retahílas que se van convirtiendo progresivamente en canciones, dibujos animados, álbumes, libros, una producción vastísima y siempre sorprendente.
-Un día u otro (le confiaba a Arlequín) voy a cortar los hilos. Y así lo hizo, aunque no de día. Una noche logró apoderarse de unas tijeras que el titiritero había dejado olvidadas y cortó uno tras otro los hilos que le sostenían la cabeza, las manos y los pies… (La huída de Polichinela)
Gianni Rodari muere en 1980
Después de recuperarse de una sencilla operación, fallece de un paro cardíaco. Tenía cincuenta y nueve años, y todos aquellos que tienen algunos menos, han leído al menos una vez, al menos una, una de sus alegres rimas.
Su grandeza viene del conjunto general de sus obras
Que sabe mezclar didáctica y diversión es evidente, desde las retahílas hasta los ensayos de pedagogía creativa, desde las innumerables publicaciones para niños hasta las enciclopedias.
Muchos han tenido en casa I quindici (Enciclopedia para niños), por ejemplo.
Es un hilo constante y constantemente tejido
La rebelión contra la antigua pedagogía punitiva y conservadora
Es una confianza inquebrantable en el poder liberador de la fantasía.
Durante años, en resumen, Gianni Rodari ha sido un maestro que ha ido contracorriente: atacado, polémico e incluso excomulgado por su Manuale del pioniere, en 1951.
Solo a principios de los años sesenta, cuando publica para Einaudi, Rodari alcanza un cierto éxito, un mérito suyo, obvio, pero también de un país que poco a poco se iba haciendo más moderno, menos mojigato, más crítico, donde incluso los niños, por fin, eran tratados como personas.
Rodari después de Rodari
Retahíla breve, breve:
El puerto quiere casarse con la puerta, la viola estudia violín, el mulo dice hijo mío al molino, la manzana llama abuelo al melón, al loco le gustaría ser un ladrillo, y el más loco de la tierra, ¿sabéis qué quiere? Quiere hacer la guerra.
Ganó el premio Andersen en 1970
Fue el más alto reconocimiento para Gianni Rodari. Los discos de las canciones, a las que puso música Sergio Endrigo, una gran satisfacción.
Después llegaron las traducciones, los reconocimientos, los homenajes, el afecto incondicional.
Aún hoy y para siempre sus historias son leídas e ilustradas en todas partes
Porque contienen, entre otras cosas, una pedagogía tranquila, serena, hecha de alusiones y pequeñas sátiras, sin perder nunca de vista el juego, el juego de palabras, el absurdo, el calambur, todo lo que un niño busca en la magia de una página.
Una vez, el semáforo que hay en la plaza del Duomo de Milán hizo una rareza. De repente, todas sus luces se tiñeron de azul y la gente no sabía a qué atenerse. -¿Cruzamos o no cruzamos? ¿Nos detenemos o no nos detenemos? (El semáforo azul)
Cuentos escritos a máquina
Porque es un homenaje, quizás el mayor que se ha escrito, a la fantasía desbordante y al sentido del humor. Tiene personajes inolvidables.
Ese cocodrilo que participa en un concurso de la tele y se va comiendo a sus contrincantes porqué son mejores que él. O ese llanero solitario, Piano-Bill, que jamás sale de casa sin llevar con él a su fiel piano de cola. Aquí lo puedes comprar
Otro imprescindible
“Érase una vez… una niña cuyo padre tenía que estar de viaje seis días a la semana. Esta niña no podía dormirse sin que le contaran un cuento. Y cada noche, su padre la llamaba por teléfono y le explicaba un cuento. Dicen que los cuentos eran tan buenos que hasta las señoritas de la telefónica suspendían todas las llamadas para escucharlos. Y este es el libro de estos cuentos.”
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