domingo, 31 de octubre de 2010

Cuarto aniversario de la muerte de Julián Gómez del Castillo, promotor de la Casa Escuela Iqbal Masih

Querido amigo Julián:


ya son cuatro años desde que se te concedió, con toda seguridad, estar en compañía del Padre. Hoy, unos días más tarde del homenaje que el Movimiento Cultural Cristiano te brindó con motivo del cuarto aniversario de tu muerte, te escribo estas líneas como señal de agradecimiento por el legado que nos dejaste. Tu vida fue un testimonio vivo de honradez, de humildad, de pobreza y sacrificio. ¡ Qué verdad esas últimas palabras tuyas manifestadas en tu propia carne ! "Mi vida por vosotros". Hasta el último instante gastaste tus ya mermadas fuerzas en la promoción de militantes cristianos pobres. Hasta el último instante impulsando nuevas plataformas de promoción, también para los jóvenes.

Aún recuerdo aquel 10 de septiembre de 2006, día en que con alegría celebrábamos la inauguración de la Casa Escuela Iqbal Masih. Recuerdo, como si fuera hoy, tu llegada a la Casa Emaús, a tu querida Casa Emaús. Aquel tremendo esfuerzo para llevar a cabo el movimiento de tu dolorido cuerpo. Contra todo consejo, quisiste acompañarnos en aquel día en el que un puñado de familias, jóvenes y educadores, nos embarcábamos en la más maravillosa de las aventuras imaginables, la aventura de la amistad, como la definía tu amigo y maestro Guillermo Rovirosa. Recuerdo que unos días antes, habíamos estado en tu casa. A los pies de tu cama Trini nos sirvió un café mientras charlábamos contigo, ya bastante fatigado. Entre otros temas de conversación nos planteaste lo bonito que quedaría un bosque pintado en el muro de la zona de campamentos de la Casa, al estilo de aquel que había próximo a tu casa en el Barrio del Pilar. Pasados los días, ya en aquella inauguración, mientras paseábamos por la finca, y señalando a aquellos muros, decías: "Aquí tiene que haber unas frases propuestas por los propios jóvenes y aprobadas en asamblea" Cuatro años después de aquel día, un bosque y dos frases, una de Guillermo Rovirosa y otra tuya, decoran aquellos muros. Salvo eso, no tenemos más certeza de haber hecho lo que teníamos que hacer. No somos los únicos que cada día nos preguntamos cuál es la voluntad de Dios para nosotros en el marco del Proyecto Educativo que nos impulsaste a protagonizar. Cada día deseo trabajar más y estorbar menos.
También recuerdo la visita que Julián y yo te hicimos el día de tu cumpleaños, tan sólo un mes después. Ya no podías hablar, y ante la carta que los chicos de la Casa Escuela te escribieron, sabiendo ya que tu partida sería próxima, pudiste balbucear ¡pelotas! 

Llamabas cariñosamente pelotas a aquellos jóvenes que te escribían una carta llena de halagos a tu persona, remarcando en ella lo que habías marcado sus vidas y las de sus padres. Cuatro años después, aquellos jóvenes, querido Julián, siguen marcados por tu testimonio de entrega a fondo perdido. Algunos se embarcaron en el nuevo proyecto de Valladolid, donde, con toda seguridad, volveran a hacer vida la frase sobre la amistad. Otros volvieron a sus casas, y allá en sus lugares de origen, trabajan con intensidad en la consolidación de Camino Juvenil Solidario, que tú tanto querías. Todos, siguen viniendo por esta santa Casa, y volviéndose a encontrar aquí con sus amigos, y recordando aquellos días, y planeando nuevas metas.

Todos, marcados por tu testimonio de entrega. Gracias Julián, por habernos embarcado a todos en esta "MARAVILLOSA AVENTURA".


Oscar Arcera López

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