Cada año, por años, por décadas, leemos lo mismo: las personas analfabetas en el mundo se cuentan por millones (dos terceras partes son mujeres) y es poco lo que se avanza, pese a las recomendaciones, las declaraciones, los eventos y reuniones e incluso el reciente Decenio de Naciones Unidas para la Alfabetización (2003-2012) del cual pocos se enteraron y el cual concluyó sin pena ni gloria.
Así pues, en casi 25 años de Educación para Todos y ya encaramados en el sigo XXI seguimos lejos de un mundo alfabetizado. La meta que acaparó la atención en todos estos años de Educación para Todos y de Objetivos de Desarrollo del Milenio fue la educación primaria infantil, centrada en acceso y matrícula ... La educación de la primera infancia y la educación de jóvenes y adultos, situadas a los extremos de la llamada "edad escolar", han sido siempre relegadas, asumiéndose, equivocadamente, la opción educación de niños versus educación de adultos.
La historia vuelve a repetirse en momentos en que se corre contra el tiempo tratando de llegar al 2015 con lo que se pueda y en que se debate cómo continuar más allá del 2015. La educación de jóvenes y adultos, y la alfabetización específicamente, vuelven a aladearse. Algunas voces reclaman agregar la o las metas respectivas, olvidando que las metas han estado siempre ahí y que lo que ha faltado es la voluntad política para cumplirlas, tanto por parte de los gobiernos como de las agencias internacionales. Seguramente terminarán agregando otra vez una meta alusiva y otra vez asumiéndola como un saludo a la bandera.
En un mundo que se precia de haber ingresado en la Sociedad de la Información teniendo como mira la Sociedad del Conocimiento, que hace gala de sus avances tecnológicos y brega por reducir la brecha digital, que se esmera por subir puntos en los ránkings mundiales de reducción de la pobreza ... importan más los llamados 'analfabetos digitales' que los analfabetos a secas. No molesta que sigan contándose por millones las personas que se autodeclaran analfabetas, que engrosan las filas de los más pobres y los más desposeídos, los que nunca leerán un libro ni se beneficiarán de Internet y la banda ancha.
La cifra millonaria de analfabetos parece haberse incorporado como perfectamente tolerable y compatible con el progreso de la humanidad. ¿Quién quiere hacerse cargo de ellos? ¿Quién quiere aceptar que el número real de personas analfabetas debe ser muchísimo más alto pues, como bien sabemos, muchas personas no se declaran tales en censos y encuestas?. ¿Quién quiere prestar atención al fracaso alfabetizador de la escuela, a la preocupante realidad de millones de millones de personas que no leen ni escriben, aun habiendo aprendido, formalmente, a leer y escribir?
La utopía de un mundo alfabetizado parece estarse archivando. Atrás quedaron los tiempos en que se aspiraba aeliminar el analfabetismo (y a eliminar la pobreza); hoy se aspira a lo sumo a "reducir" uno y otra a porcentajes definidos y prorrateados a conveniencia. Y hasta hay quienes, desde el cálculo económico, la ideología o la simple ignorancia, están dispuestos a afirmar que las personas analfabetas que hoy conviven con nosotros en el mundo seguramente son discapacitadas e inalfabetizables ...
Renunciar al objetivo de la alfabetización universal es no solo negar una necesidad básica de aprendizaje y un derecho humano fundamental que asiste a las personas de toda edad y condición, sino renunciar a un pedazo más de dignidad y esperanza en un mundo crecientemente deshumanizado.
Rosa María Torres en el blog OTRAEDUCACION
UIS-UNESCO, Literacy and Education Data for School Year Ending in 2010
Alan Tucket, After Dakar: How does adult learning fit into post-2015 education aims? (29 April, 2013).
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