lunes, 17 de febrero de 2014

Lo que no se dice de PISA

Esta es una reflexión a propósito del informe PISA de Angel I. Pérez Gómez en Cuadernos de Pedagogía. 

A menudo, tan importante es lo que se cuenta como lo que no se cuenta.

Después de tanta letra interesada sobre PISA, creo conveniente destacar cinco aspectos sustantivos que no aparecen en las crónicas habituales:

1. Las pruebas PISA no miden la capacidad de reproducción de conocimientos memorísticos, datos, fechas, definiciones, fórmulas, sino la capacidad de aplicar conceptos a problemas y situaciones. Por ello, los países como el nuestro, cuyo sistema educativo prima, lamentablemente, el aprendizaje memorístico y la reproducción de datos en los exámenes, salen menos favorecidos (Francia, Italia, Estados Unidos, España). Ojalá las pruebas y exámenes habituales en nuestra escuela imitaran la filosofía de PISA de evaluar pensamiento y no reproducción memorística de datos.

2. La variable que mejor predice el rendimiento de los estudiantes a los 15 años es el nivel sociocultural de la familia, y el nivel sociocultural de las familias españolas es sustancialmente inferior al de la mayoría de los países de la OCDE (véase el informe PIAC, 2013). El alumnado en cuyas casas hay menos de 10 libros obtiene resultados inferiores en 124 puntos a los que obtiene el alumnado en cuyas casas hay más de 200 libros. Estas diferencias son escandalosas, mucho más que las diferencias entre países o comunidades autónomas. Necesitamos profundizar en las pedagogías y políticas que favorezcan y ayuden, mediante enseñanza personalizada, a quienes más lo necesitan. Es más difícil y mucho más lento salir del subdesarrollo educativo y cultural que del económico. Es curioso en este sentido el trabajo de Martínez García La Historia en PISA (2013, disponible en http://www.eldiario.es/zonacritica/Historia-PISA_6_203739626.html), donde encuentra que las comunidades con más problemas de analfabetismo en 1860 son hoy las que peor salen en PISA.

3. Los modelos estadísticos con los que se elaboran los resultados de PISA admiten un error cuando menos en torno al 3%. Por ello, en una escala de media 500 y desviación típica de 100, diferencias de puntuaciones inferiores a 15 puntos no son significativas y, por tanto, no deberían tomarse en consideración, sino como tendencia, a la hora de hacer juicios comparativos (Svend Kreiner, 2013, citado en http://blogs.edweek.org). La estrategia más recomendable es utilizar intervalos de 15 puntos en las calificaciones obtenidas para hacer ránquines, comparaciones o agrupaciones entre países, comunidades, centros.

4. Lo que no se mide no existe, y por tanto, el efecto más perverso de las pruebas PISA es que provocan la desconsideración de ámbitos tan relevantes en la formación de los seres humanos como las ciencias sociales, las humanidades y las artes. En la política curricular de muchos países empiezan a notarse ausencias decisivas y graves en la formación del ciudadano contemporáneo, inducidas por la pretensión de responder a las exigencias de PISA y otras evaluaciones externas que “olvidan” estos ámbitos.

5. En el Informe PISA se pone de manifiesto una vez más una deficiencia grave del sistema educativo español: el aislamiento e individualismo de los docentes. Veamos unos datos: solo el 10% de los profesores españoles más expertos frente al 69% de la OCDE observan y ayudan a los noveles; solo el 22% frente al 60% de la OCDE colaboran en la programación, la enseñanza y la evaluación; solo el 26% frente al 72% de la OCDE reciben algún tipo de asesoramiento in situ para mejorar su docencia.

Estas sí son diferencias significativas.

Ángel I. Pérez Gómez

Cuadernos de Pedagogía, Nº 442, Sección Historias mínimas, Febrero 2014, Editorial Wolters Kluwer España, ISBN-ISSN: 0210-0630

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