sábado, 7 de noviembre de 2015

Centros de enseñanza en España que usan el Aprendizaje por Proyectos




«Transformad esas antiguas aulas; suprimid el estrado y la cátedra del maestro... Hacedles medir, pesar, descomponer, crear y disipar la materia en el laboratorio; ... que descifren el jeroglífico, que reduzcan a sus tipos los organismos naturales, que interpreten los textos, que inventen, que describan, que adivinen nuevas formas doquiera... Y entonces, la cátedra es un taller, y el maestro, un guía en el trabajo». La cita bien podría adjudicarse a algún pedagogo contemporáneo. Seguro que muchos profesores la suscribirían. Pero no, tenemos que retroceder más de un siglo. Fueron palabras pronunciadas por el pedagogo rondeño Francisco Giner de los Ríos (ahora se cumple el centenario de su fallecimiento) en el discurso inaugural del curso 1880-1881 en la Institución Libre de Enseñanza. Hoy, 135 años después, siguen igual de vigentes. O más.

Porque a pesar, descomponer, crear y disipar la materia se dedican muchos niños, cada vez más. Alumnos de los colegios o institutos públicos Cartima, San Pedro, o Rectora Adelaida de la Calle, o de centros privados como Teresianas, Esclavas o El Pinar, se adentran en el mundo de la búsqueda de información, del aprendizaje colaborativo, de descubrir por ellos mismos y de elaborar sus propias conclusiones. Son, en síntesis, los principios del Aprendizaje Basado en Proyectos, APB, que sitúa al niño en el centro de la actividad formativa y que convierte al estudiante en protagonista de su propio aprendizaje.

Una metodología que no es nueva, a juzgar por las palabras de Giner de los Ríos, pero que con la irrupción de las nuevas tecnología ha cobrado un impulso renovado. La escuela del siglo XXI «no se puede concebir sin las herramientas digitales, sin internet y sin las herramientas tecnológicas más adecuadas», apunta Ángel Pérez, catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la UMA. Para Pérez Gómez, la clave de la educación está en cambiar un currículum basado en disciplinas al basado en problemas. «Se trata de cambiar de una enseñanza de hechos y datos por una enseñanza de conocimiento útil, una metodología basada en proyectos y en problemas, que los niños se metan en la vida real, se den de frente con problemas y proyectos concretos. Para resolverlos acuden al conocimiento disciplinar e instrumental, el niño se da cuenta de que para resolver el problema necesita el conocimiento, que ahora le resulta útil, le ayuda y como todo lo que nos es útil no se olvida», resume.

Premio Telefónica

En esta nueva escuela para la sociedad digital ha entrado con fuerza el IES Cartima. El equipo de José María Ruiz Palomo llegó a este nuevo centro con las ideas claras: poner en marcha el aprendizaje basado en proyectos y utilizar para ello todos los recursos que proporcionan las nuevas herramientas digitales. Y los resultados han sido tan espectaculares que en este pequeño periodo de tiempo (este es su segundo curso abierto) el IES Cartima se ha colado en la final de los premios Escuelas para la Sociedad Digital, que patrocina la Fundación Telefónica. Está entre los 12 finalistas de cientos de proyectos presentados. «Todo un honor y un aliciente para el centro», señala el director.

Parece que los arquitectos que diseñaron este nuevo instituto de Cártama ya pensaban en proyectos educativos innovadores. Pasillos amplios, mucha luz, un jardín interior, rincones que parecen invitar al descanso o la conversación... nada parecido a un instituto al uso. Y en la pared de la entrada, un mosaico de cartulinas con códigos QR. Toda una declaración de intenciones: entramos en un entorno digital. A los niños se les ve por el pasillo con sus tabletas y móviles. En clase, sobre las mesas no se ven libros. En las pequeñas pantallas de las tablets, los alumnos consultan sobre los planetas y el universo.

A quien no se ha traído la tableta, la profesora Rosa Liarte le deja su móvil. La tecnología no sólo sirve para estudiar. También a Liarte le permite evaluar a los alumnos. Sobre la marcha les pasa preguntas relativas al Imperio Romano, el tema del que se examinan. Una aplicación le da de manera automática cómo van respondiendo los alumnos, sus aciertos y fallos. «Así sé qué conceptos es necesario reforzar», dice.

En clase no se explica. O se explica lo necesario. Se dedica a resolver dudas y avanzar en la investigación. Las lecciones se estudian en casa. Rosa prepara vídeos, que los alumnos van estudiando. La aplicación les va planteando preguntas, y sólo se avanza si contestan correctamente.

Es lo que se conoce como 'aula invertida', el estudio en casa y el trabajo práctico en el aula. «Hagamos todo lo contrario a lo que se viene haciendo hasta ahora, clases por la mañana y deberes por la tarde. La transmisión de la información se puede hacer por la red, hay productos multimedia que puede preparar el profesor y el alumno los reproduce en cualquier soporte y cuando mejor le venga. La función del profesor del siglo XXI será de esta manera la de tutorizar el aprendizaje de cada niño», apunta Ángel Pérez.

Los padres son un factor muy a tener en cuenta en el éxito de esta metodología. Los del IES Cartima reconocen que «al principio nos costó mucho», pero que ahora ven a sus hijos «mucho más motivados», aseguran en la AMPA.

También trabajan por proyectos en el CEIP Rectora Adelaida de la Calle, desde que se abrió el colegio hace seis años y desde la etapa de infantil. «Aprenden muy rápido, son esponjitas», afirma la directora, Virginia Rodríguez, para quien la principal ventaja de esta metodología es que el niño «aprende a aprender». Mejoran en expresión oral, en trabajo en grupo y en capacidad de síntesis, señala la directora de un colegio donde tampoco se usa libro de texto.

Como sucede en el colegio El Pinar. Y también en este caso la decisión del equipo directivo fue tomada con preocupación por parte de los padres. «Nos ha costado tiempo convencerlos; no sé por qué confían más en un libro que en un docente», señala María José Salom, la directora. En cambio, los niños son los que mejor se adaptan a cualquier cambio metodológico. La jefa de estudios, Mónica Vílchez, apunta que los alumnos «aprenden haciendo, y esta metodología les dota de competencias para la vida futura, les hace más autónomos y crece su autoestima al comprobar que pueden llegar a las soluciones por ellos mismos».

«Este es el futuro de la educación», afirma Alfonso Molino, jefe de estudios y profesor de sexto de Primaria del CEIP San Pedro de Alcántara de Marbella, que trabaja por proyectos en Infantil y Primaria. Es, dice, «muy atractivo y motivante» para el alumno, que «disfruta aprendiendo», aunque supone un gran cambio metodológico y mucho trabajo para el profesor, que se tiene que coordinar con los de otras asignaturas. Francisco Gutiérrez, director y coordinador TIC en el CEIP Victoria Kent, pone el acento también en las infraestructuras tecnológicas. «No podemos tener pizarras digitales y luego una conexión a internet de 1 mega, que no nos permite trabajar». Otro problema es que las tabletas que entrega la Consejería de Educación no permiten descargar determinadas aplicaciones pedagógicas. Considera necesario un cambio metodológico, puesto que «el profesor ya no es el único transmisor de conocimientos».

Interés del alumno

María del Rocío Medina del Pino, coordinadora pedagógica de Infantil y Primaria en las Teresianas, señala que esta forma de trabajo «parte de los intereses del alumno y por eso es tan motivador para ellos, que aprenden de forma sistemática a desarrollar estrategias de pensamiento, desde el torbellino de ideas a otros más complejos, como el análisis asociativo». Esta nueva metodología requiere de una formación continua del profesorado pero también del acompañamiento de los padres, y tiene como principales ventajas que el niño está más motivado, se desarrolla su creatividad y los hace más reflexivos y les prepara mejor para la sociedad actual.

Desde hace seis años se trabaja por proyectos en Las Esclavas, bajo la coordinación de Juanjo Bonor. 'Mola la moda' es uno de los proyectos que están desarrollando en este trimestre, y el producto final será un desfile de trajes de época prehistórica confeccionados por los alumnos. Los estudiantes aprenden «igual o más» que con el método tradicional, pero tiene la ventaja de que los hace más autónomos. Los profesores tratan de utilizar todos los espacios del colegio, no sólo las aulas, creando así lugares y ambientes para el diálogo. Para los profesores supone «un cambio abismal», ya que «pasamos de ser pequeñas islas a un trabajo colaborativo que implica a profesores de distintas disciplinas y cursos». Bonor se refiere también al apoyo de los equipos directivos, fundamental para impulsar estos nuevos proyectos metodológicos.

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