El mundo de los niños es fresco y nuevo y precioso, lleno de asombro y emoción. Es una lástima que para la mayoría de nosotros esa mirada clara, que es un verdadero instinto para lo que es bello y que inspira admiración, se debilite e incluso se pierda antes de hacernos adultos.
El librito en cuestión es un pequeño ensayo, poco más que un artículo que Rachel Carson comenzó a ampliar para publicar como libro. Parece ser que su autora quería continuarlo, pero murió antes de acabarlo. El libro tiene 48 páginas y merece la pena leerlo.
Es lo que Charlotte Mason llamó un libro vivo (1). Es un libro escrito con sencillez y con belleza, con auténtico amor por la naturaleza. Se dirige a adultos que tratan con niños, ya que la esencia del libro es transmitir la necesidad de conservar el asombro de los niños por todo lo que les rodea, y en concreto por la parte natural del mundo.
Para mantener vivo en un niño su innato sentido del asombro, sin contar con ningún don concedido por las hadas, se necesita la compañía de al menos un adulto con quien poder compartirlo, redescubriendo con él la alegría, la expectación y el misterio del mundo en que vivimos.
Rachel adoptó a un sobrino cuando este era bebé y juntos disfrutaron de aventuras en la naturaleza, desde el principio.
El compartir incluye la naturaleza tanto en tormenta como en calma, de noche como de día, y se basa en pasarlo bien juntos más que en instruirle.
Hay hermosas descripciones de los paseos por el bosque, de la mar en calma y durante la tormenta, del cielo nocturno, los cangrejos fantasmas y los días de lluvia.
¿No dan ganas de ir a pasear leyendo esta descripción de abajo?
Mirtos y enebros y brezos nacen en la misma rompiente de granito, y donde las laderas ascienden desde la bahía hasta convertirse en bosques, el aire se vuelve aromático de piceas y abetos. A los pies hay una umbría cubierta de manchas de arándanos, ebúrneas, líquenes del reno y cornejos, y sobre una colina de muchos abetos rojos, con hondonadas de helechos oscuros y afloramientos rocosos llamados los Wildwoods, hay orquídeas sandalia de la virgen y lirios del bosque y algunas lengüetas de clintonias con sus bayas azul intenso.
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