jueves, 6 de octubre de 2016

Una ciudad bajo tierra para los niños de Alepo (Siria)


En la superficie, la destrucción y la muerte. Bajo tierra, una 'ciudad' para niños. Donde había una cárcel del régimen, un grupo de activistas ha construido una especie de club de infancia
Dos niñas sirias juegan en el centro para la infancia subterráneo en Alepo.

Tempestad de acero sobre los civiles de Alepo. Mientras EEUU, Rusia y otras potencias se reúnen para revivir la tregua en Siria, los barrios de la ciudad en manos de las fuerzas opositoras sufrieron la madrugada del jueves losbombardeos más duros de los últimos meses, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) y un corresponsal de la agencia AFP presente en el lugar. Hoy, aviones de guerra han lanzado 30 nuevos ataques sobre Alepo. "Lo que está pasando es una aniquilación", ha denunciado Amar al Selmo, responsable del servicio del rescate de defensa civil en el Este de la ciudad, que asegura que han muerto más de 70 personas. Se suman a los siete civiles que perdieron la vida en los ataques del jueves, y a los doce que murieron el miércoles en bombardeos contra los barrios de Al Salhin, Al Mashhad, Al Sukari y Al Muasalat. Entre los muertos había cuatro niños.

Fue Omran Daqneesh quien llevó a las portadas de la prensa internacional el dolor y el trauma de los niños de Alepo. Omran, convertido a sus cinco años en icono del horror de la guerra, fue fotografiado cubierto de sangre y polvo en el interior de una ambulancia tras ser rescatado de entre los escombros de su casa. Los ataques aéreos rusos y las bombas de barril del régimen han reducido a cascotes las zonas en manos de los insurgentes, donde los bombardeos contra objetivos civiles -hospitales, escuelas, hogares o mercados- son moneda corriente y donde todavía viven unas 350.000 personas. Por ello, la esperanza para los menores solo existe bajo tierra. 

En la superficie, la destrucción y la muerte. Bajo el suelo, un proyecto descrito como una "fábrica de Esperanza". En el lugar que ocupaba una antigua cárcel del régimen, un grupo de profesores y activistas ha construido un centro para niños,una suerte de club de infancia. Diseñado por los maestros que imparten las clases, cuenta con una sala de juegos, un aula de lectura donde aprenden caligrafía árabe y manualidades, una sala de cine donde se proyectan películas y dibujos animados, un laboratorio donde se enseña ciencia... 

El centro bajo tierra no protegerá a los niños de un ataque aéreo directo, pero sí de la metralla y los derrumbes de los edificos bombardeados. "Se ha transformado un lugar de tortura y muerte en otro que alberga esperanza y vida. (...) El diseño del lugar transmite una sensación de relax a los niños. Aporta apoyo psicológico al niño que viene de sitios bombardeados y llega este lugar de tanta belleza. Cuando entré aquí, la primera sorpresa fue la diferencia entre la destrucción que hay unos metros más arriba y la construcción que hay aquí abajo. La segunda fue el impacto psicológico positivo sobre los niños. Los niños que hay fuera están aterrorizados, los que están aquí juegan contentos y con toda tranquilidad. Esto es lo que da sentido al proyecto: la idea de una ciudad bajo otra", explica uno de los activistas. 

No es la única iniciativa de este tipo en la que fuera la capital económica de Siria.Kesh Malek, un grupo de activistas, ha creado una red de escuelas 'no oficiales' en las que 110 profesores imparten clase a unos 3.000 niños. Dirigido por Marcell Shehwaro, una dentista cristiana opositora al Gobierno de Al Assad, el grupo ha intentado ubicar sus colegios en sótanos rodeados por edificios altos para que los centros tengan cierta protección frente a los ataques aéreos. Está también el orfanato "Moumayazoun" ("niños espectaculares"), que se construyó en 2015 bajo tierra cuando los incesantes bombardeos hicieron imposible la vida en la superficie. En él duermen, comen y estudian medio centenar de niños de entre 2 y 14 años, según recogió un reportaje del diario 'The Guardian'. Otra es la que ha puesto en práctica un grupo de actores, que invitan a los civiles a "un lugar secreto escondido bajo tierra" donde presentan sus últimas obras.

"A través del trabajo que hacen los psicólogos descubrimos casos de miedo, de soledad, de tristeza... los profesionales diganostican estos casos y los tratan durante días o semanas. Depende de cada niño. Hay niños que se recuperan y se adaptan rápido, mientras los huérfanos tienen una situación especial por haber perdido a sus padres, por las circunstancias en las que viven y el estado de guerra...les ha afectado profundamente", explica uno de los voluntarios del club de infancia. 
Entrada al club de infancia subterráneo y una imagen del exterior.

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