martes, 5 de octubre de 2010

¿CÓMO SE APRENDE CUANDO LA TELEVISIÓN ES EL PRINCIPAL PROFESOR DE NUESTROS NIÑOS Y JÓVENES?

Es más que usual que los niños y jóvenes rehusen leer o acceder a la información que necesitan a través de los medios escritos y cada vez lo hagan más a través de los medios audiovisuales o la imagen. Esto nos tendría que hacer reflexionar más. El medio a través del cual se accede a los conocimientos básicos con los que luego se desenvuelve nuestra conciencia para decidir una vez más no es neutral, no es lo de menos. El fin es a los medios lo que el árbol a la semilla. Un medio tan poderoso como la televisión, que precede y es simultáneo a la escuela y otras instituciones que exigen la lectura y la escritura, no puede ser analizado sólo desde los contenidos que transmite, ni siquiera desde la especificad de su lenguaje audiovisual. Exige también, para los educadores, una reflexión sobre epistemología.

La epistemología, que es una de las fuentes primordiales de todo proyecto educativo, se hace preguntas del estilo: ¿Qué se aprende?, ¿Cuál es el objeto del conocimiento?,¿ Cómo se aprende? La propuesta de lo medios de comunicación audiovisuales está básicamente sostenida en la imagen-símbolo. Nos atrevemos a señalar aquí más detalladamente las características en las que los expertos coinciden con relación al modo de aprender que supone este modelo de acceso al aprendizaje:

Asimilación acrítica e irreflexiva de la información que se presenta bajo el mito de la “objetividad” de la imagen directa. Ver es igual a comprender. 

El criterio de verdad está directamente relacionado con la percepción de la imagen directa de la realidad a través de una cámara. Es verdad…lo que dice la tele que es verdad. Todo el mundo sabe que la imagen es tremendamente manipulable. Muchos tienen experiencia de ello cuando simplemente han hecho una fotografía de algún lugar. Pero esta premisa ha forjado en la mente de los jóvenes un criterio inconsciente de gran consistencia.

Asimilación de estereotipos como herramientas del conocimiento. 

Estereotipos muy difíciles de desmontar y que son básicamente de índole sensorial, intuitivo y emocional. Sobre séxo, género, raza, condición social,… La realidad que presentan los medios de comunicación está tremendamente estereotipada. Lo bello, lo bueno, lo feo, lo malo, lo correcto, lo incorrecto, … transcurre según prototipos perfectamente estudiados. Ningún programa descuida estos estereotipos sin arriesgarse a ser censurado.

Necesidad de hiperestimulación para mantener la atención. 

La estimulación requiere la captación rápida de todos los sentidos y la velocidad y el cambio permanente. El plano de la percepción al que van destinadas las imágenes es metalingüístico, va más allá de la lógica de la conciencia. No es subliminal sino tremendamente primario, intuitivo, emocional. Eso exige el concurso de trucos cada vez más sofisticados para mantener la atención de la audiencia, para conseguir ese estado de hipnosis en el que casi nos quedamos cuando vemos la tele. Eso provoca también que cuando estamos ante chicos educados en esta forma de estar atentos nos encontremos lo difícil que es mantenerlos atentos o concentrados con otros medios más tradicionales como la comunicación oral o escrita, que requieren otras vías de atención más fragmentarias.

Fragmentación del conocimiento. 

Dificultad para sintetizar, asimilar , reconstruir con sentido, reflexionar sobre toda la información fragmentaria imbuida. La realidad está construida como un suma y sigue de informaciones que se dan por verdaderas y que se superponen a la velocidad de la luz, sin disponer de espacios de reflexión o asimilación crítica de lo que se asume como verdadero.


Pasividad y aislamiento en la realidad virtual. 

Lo virtual, la imagen, el contexto que ella crea, los estereotipos mentales que ella crea, las conversaciones que ella estimula, los mensajes, el lenguaje que ella crea, … son LA REALIDAD. Un muchacho que contempla todos los días delante de sus narices la violencia de la pobreza o de la agresividad, solamente la da crédito, credencial de veraz, cuando la contrasta con la información que aparece en su pantalla de televisor, computador o celular. Además el medio promociona una cultura del espectador. Todo lo más interactuando, participando en la realidad virtual con alguna interferencia consentida. Pero siempre como individuo, aislado en un espacio y en un tiempo virtual. Esta cultura tiene mucho que ver con la ausencia de un compromiso con la realidad, incluida la más cercana y palpable.

Alienación. Enajenación mental. Las posibilidades de manipulación de un sujeto educado con este acriticismo son inmensas. 

La primacía de la imagen o el audiovisual sobre la escritura y la lectura. Esto es, de la percepción sobre la abstracción, lo sensitivo sobre lo conceptual, la forma sobre el contenido, el espectáculo sobre la reflexión, lo concreto sobre lo simbólico. Estudios sobre la imagen nos desvelan su intención de alimentar el universo mental preverbal y transracional. Ha nacido una nueva definición de analfabetismo. No sólo el que no sabe leer y escribir sino el que piensa que apenas es necesario porque está perfectamente convencido y seguro de saber funcionar en este mundo virtual. Desposeido no sólo del lenguaje sino de la verdad de su experiencia. La verdad la determina no la experiencia reflexionada… sino la tele.


Manuel Araus

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