Millones de niños de los países más pobres del mundo corren el riesgo de verse privados de escuela a consecuencia de la crisis financiera mundial, advierte el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos el Mundo 2010 de la UNESCO. Cuando todavía quedan 72 millones de niños sin escolarizar, la desaceleración del crecimiento económico, unida al aumento de la pobreza y a las presiones que se ejercen sobre los presupuestos de los países, podrían ralentizar o anular los progresos en educación logrados el pasado decenio.
“Mientras que los países ricos están creando ya las condiciones necesarias para su recuperación económica, muchos países pobres afrontan la perspectiva inmediata de una recesión de sus sistemas educativos. No podemos permitir el surgimiento de una ‘generación perdida’ de niños privados de la posibilidad de recibir una educación que les permita salir de la pobreza”, declara Irina Bokova, Directora General de la UNESCO.
El Informe de Seguimiento de la Educación para Todos el Mundo, elaborado todos los años por un equipo independiente y publicado por la UNESCO, evalúa los progresos realizados hacia la consecución de los seis objetivos de la Educación para Todos fijados el año 2000, que más de 160 países se comprometieron a alcanzar en ese entonces.
El Informe 2010, titulado Llegar a los marginados, presenta y analiza algunos de los más espectaculares avances logrados en el ámbito de la educación a lo largo del último decenio, que ofrecen un fuerte contraste con la anterior “década perdida” de los años noventa. Desde 1999, el número de niños sin escolarizar disminuyó en todo el mundo en 33 millones, al mismo tiempo que aumentó el de los que consiguieron terminar sus estudios primarios.
En las naciones del África Subsahariana la escolarización aumentó a un ritmo cinco veces más rápido que en el decenio de 1990, y en algunos países como Benin y Mozambique se registraron avances fulgurantes. En el Asia Meridional y Occidental, el número de niños sin escolarizar se redujo en más de la mitad, debido en parte a la las medidas adoptadas para fomentar la escolarización de las muchachas. Tan sólo en el bienio 2001-2003, el número de niños privados de escuela en la India disminuyó en unos 15 millones.
La disparidad entre las niñas y los varones también se redujo. En el lapso de una sola generación de alumnos de primaria, en Senegal se pasó de una proporción de 85 niñas por cada 100 varones escolarizados a una paridad total entre ambos sexos.
Estas cifras hacen que se desvanezca el mito de que los países pobres son incapaces de realizar progresos rápidos en educación. En el informe Llegar a los marginados se advierte, sin embargo, que probablemente un gran número de naciones distarán mucho de alcanzar las metas aprobadas por sus gobiernos el año 2000, ya que éstos no han logrado abordar el problema de las desigualdades, mientras que los países donantes no han cumplido cabalmente sus promesas.
Un retroceso en los progresos de la educación puede tener además consecuencias de más vasto alcance. Cuando se avecina la celebración de la importante cumbre internacional sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas, prevista para el presente año, el Informe señala que la pérdida de oportunidades en el sector de la educación puede frenar el crecimiento económico y la mitigación de la pobreza, así como los progresos en el sector de la salud y en otros ámbitos.
Los autores del Informe señalan que el África Subsahariana debe ser objeto de una atención prioritaria. Debido al aumento del déficit de ingresos fiscales ocasionado por la crisis en el conjunto de los países de esta región, los planes de gasto público pueden ser objeto de reajustes dolorosos, con lo cual los sistemas educativos se verían privados de unos 4.600 millones de dólares anuales para inversiones en el periodo 2009-2010.
En el Informe se insta a los países ricos y al G-20 a incrementar la ayuda en condiciones preferentes, necesaria para que los países más pobres no se vean obligados a efectuar recortes presupuestarios perjudiciales.
Según las estimaciones del Informe, los países donantes de ayuda tendrán que enjugar un déficit de financiación cifrado en 16.000 millones de dólares anuales para lograr el objetivo de universalizar la enseñanza primaria de aquí a 2015. Por otra parte, el Informe señala que los gobiernos han ignorado hasta ahora la necesidad de luchar contra las desigualdades extremas existentes en los sistemas educativos, e indica que la atención a los marginados debe ser un elemento central de las políticas de educación, si se quiere lograr que todos los niños del mundo vayan a la escuela.
El riesgo de no alcanzar los objetivos
Cuando quedan menos de cinco años para 2015, año fijado como límite para conseguir la Educación para Todos, el Informe advierte que la posibilidad de alcanzarlos se está reduciendo. Entre los indicadores mundiales que constituyen un motivo de inquietud a este respecto, el Informe destaca los siguientes:
• Si persisten las tendencias actuales, en 2015 habrá todavía sin escolarizar unos 56 millones de niños en edad de ir a la escuela primaria.
• Actualmente, están sin escolarizar unos 71 millones de adolescentes en edad de cursar el primer ciclo de secundaria.
• Las disparidades entre los sexos siguen profundamente arraigadas: en veintiocho países en desarrollo, por cada diez varones escolarizados en primaria hay todavía menos de nueve niñas que van a la escuela.
• Las muchachas siguen representando todavía el 54% del total de niños sin escolarizar, y las que no están escolarizadas tienen muchas más probabilidades que los varones de no ir nunca en su vida a la escuela.
• Se van a necesitar en todo el mundo 10.300.000 docentes suplementarios para lograr el objetivo de universalizar la enseñanza primaria de aquí a 2015.
• Han sido escasos los avances hacia el objetivo de reducir a la mitad el analfabetismo de los adultos: todavía hay 759 millones de personas en el mundo que no saben leer ni escribir, y dos tercios de ellas son mujeres.
• La malnutrición infantil sigue representando un obstáculo importante para el progreso de la educación: en el mundo hay 178 millones de niños menores de cinco años que padecen malnutrición, y esta cifra va en aumento.
• Son demasiado numerosos los niños que acaban sus estudios primarios sin haber aprendido a leer y escribir. En algunos países del África Subsahariana, los adultos jóvenes que han cursado cinco años de estudios primarios tienen un 40% de probabilidades de ser analfabetos.
En el Informe se advierte también que la realidad puede ser peor de lo que indican las estadísticas nacionales. Recurriendo a un análisis de datos procedentes de las encuestas sobre hogares, el Informe muestra que las estadísticas sobre la matriculación en la escuela pueden sobreestimar en un 30% el número de niños en edad de cursar primaria efectivamente escolarizados.
El fracaso colectivo de los donantes
Los donantes de ayuda en su conjunto no han logrado cumplir la promesa formulada el año 2000, según la cual “ningún país que se comprometiera seriamente con la Educación para Todos se vería frustrado por falta de recursos en su empeño por lograr esa meta”. A este respecto, el Informe señala que:
• El déficit de financiación que es preciso enjugar para alcanzar los objetivos de la Educación para Todos se cifra en 16.000 millones de dólares anuales.
• Los países ricos han exagerado el monto de la ayuda que han suministrado a las naciones pobres para ayudarlas a afrontar la crisis financiera.
• La inoperancia de la Iniciativa Vía Rápida, en cuanto organismo principal de coordinación de la ayuda internacional a la educación, exige una reforma a fondo de su funcionamiento.
Los compromisos de ayuda a la educación básica, que se habían estancado desde 2004, disminuyeron en más de un 20% en 2007. Los presupuestos de los tres donantes que más ayuda prestan a la educación –Alemania, Francia y Japón– muestran la atención relativamente escasa que prestan a la educación básica, ya que todos ellos destinan más del 50% a la enseñanza secundaria y superior. En cambio, España se sitúa en una posición de vanguardia, ya que desde 1999 incrementó su ayuda a la educación básica en un 78%.
Según las estimaciones del Informe, los países de ingresos bajos podrían por sí solos recaudar más recursos internos para poner a disposición de la educación una suma adicional de 7.000 millones anuales de dólares, equivalente al 0,7% de su Producto Interior Bruto. No obstante, aun cuando los gobiernos nacionales se esfuercen al máximo por aumentar el gasto público en educación, el déficit de financiación calculado en el Informe para 46 países de esa categoría se cifra en 16.000 millones de dólares anuales. El costo de la consecución de los objetivos principales de la Educación para Todos se había subestimado en los cálculos precedentes, debido en parte a que no se había tenido en cuenta el gasto adicional entrañado por la tarea de llevar la educación a los grupos marginados.
En el informe de la UNESCO se admite que, en una época de fuertes tensiones presupuestarias, el incremento de la ayuda a la educación va a resultar una empresa difícil para los países donantes. Sin embargo, el volumen de la ayuda tendrá que aumentar sustancialmente si se quieren enjugar los 16.000 millones de dólares del déficit de financiación de la Educación para Todos, teniendo en cuenta que la ayuda actual a la educación básica de los 46 países mencionados se cifra apenas en 2.700 millones.
Los autores del Informe hacen un llamamiento al Secretario General de las Naciones Unidas para que convoque en 2010 una conferencia de alto nivel sobre los compromisos de ayuda a la educación, a fin de tratar el problema del déficit de financiación.
Los países ricos y las instituciones financieras internacionales han tergiversado el apoyo prestado a los países en desarrollo, recurriendo a una “cortina de humo” en la elaboración de los informes sobre la ayuda. “Los países ricos han desplazado montañas de recursos financieros para estabilizar sus sistemas bancarios y proteger sus infraestructuras socioeconómicas vitales, pero sólo han prestado una ayuda muy modesta a los pobres del mundo”, ha declarado a este respecto el director del Informe, Kevin Watkins.
La Iniciativa Vía Rápida, mecanismo central de la ayuda multilateral a la educación, necesita ser reformada a fondo. Aunque esta iniciativa ha logrado algunos resultados estimables, el Informe señala toda una amplia serie de problemas que han mermado su eficacia: el bajo porcentaje de los desembolsos efectivos de la ayuda, la escasa participación concedida a los países en desarrollo en la administración de la Iniciativa, la presencia mínima del sector privado y los insuficientes servicios prestados a los países afectados por conflictos.
En el Informe se pide una reforma radical de la Iniciativa Vía Rápida. Sacando la lección de los fondos mundiales destinados a la salud, los autores piden la adopción de un planteamiento más eficaz de la ayuda multilateral a la educación, focalizándola en la reducción de los déficits de financiación de la educación básica, la mejora de los resultados del aprendizaje de los alumnos y el fortalecimiento de la equidad de los sistemas educativos.
Además, se debe mejorar la eficacia de la ayuda para resolver los problemas relacionados con la previsibilidad de su prestación, la coordinación entre los donantes y el hecho de que éstos no recurran a los sistemas nacionales de gestión financiera.
Los donantes tienen que adoptar también planteamientos más flexibles para intensificar la ayuda a los países víctimas de conflictos, ya que éstos reciben menos del 20% de la ayuda destinada a la educación, a pesar de que un tercio del total de los niños sin escolarizar viven en ellos.
La lucha contra la “penuria de educación”, clave del progreso
Las desigualdades extremas y persistentes debidas a la pobreza, la disparidad entre los sexos, la pertenencia étnica y el idioma frenan los progresos de la educación, despilfarran el potencial humano y socavan la prosperidad. Las oportunidades perdidas en materia de educación obstaculizan el desarrollo económico, así como los esfuerzos realizados para reducir la pobreza y mejorar la salud.
Para examinar la magnitud de los factores de desventaja más acusados en el plano de la educación, el Informe recurre a un nuevo instrumento de medición –el conjunto de datos sobre la Penuria de Educación y la Marginación en la Educación (PEME)– que establece para los adultos jóvenes del grupo etario de 17 a 22 años un umbral de “penuria de educación” fijado en cuatro años de escolarización, esto es, el tiempo mínimo necesario para adquirir los rudimentos de la lectura, la escritura y el cálculo. El Informe ha podido así identificar 22 países donde el 30%, o más, de los adultos jóvenes no llegan a alcanzar ese umbral de educación, y 11 países del África Subsahariana donde este porcentaje se eleva al 50%, o más.
Este conjunto de datos pone de manifiesto la existencia de disparidades muy pronunciadas dentro de cada país en lo que respecta a las posibilidades de educación:
• El hecho de nacer en una familia pobre aumenta considerablemente el riesgo de la penuria de educación. En Filipinas, la diferencia entre las familias más pobres y las más ricas, en lo que respecta a la duración de escolarización, se cifra en cuatro años. En la India esa diferencia asciende a siete años.
• Se da una interacción entre el sexo, el nivel de ingresos y el lugar de domicilio. En Nigeria, los jóvenes de 17 a 22 años han recibido, por término medio, siete años de educación. Ese promedio es inferior a seis meses en el caso de las jóvenes de familias pobres de la etnia hausa que vienen en zonas rurales.
• Las disparidades que se dan dentro de cada país suelen ser mayores que las existentes entre los distintos países. En México, el 25% de los adultos jóvenes del Estado sureño de Chiapas reciben menos de cuatro años de educación. En el Distrito Federal ese porcentaje se cifra solamente en un 3%.
• Algunos grupos tienen que afrontar situaciones de desventaja muy serias. En Kenya, el 51% de los varones de 17 a 22 años pertenecientes a las comunidades de pastores somalíes han estado escolarizados menos de dos años. En el caso de las jóvenes, ese porcentaje se eleva al 92%.
• El idioma y la pertenencia étnica suelen reforzar la marginación. En Turquía, un país en el que la educación ha progresado rápidamente, la duración media de la escolarización de las mujeres kurdas de familias pobres es de unos tres años, lo cual las sitúa al mismo nivel que el promedio nacional de duración de los estudios en el Chad.
Fomentada por factores de desventaja estructurales y políticas deficientes, la marginación en la educación no es objeto de la debida atención por parte de los dirigentes políticos. Entre las políticas que pueden contrarrestar con éxito las desigualdades persistentes, el Informe señala las siguientes:
• Mejorar el acceso a la educación y hacerla más asequible. Los gobiernos deben ir más allá de la mera supresión de los derechos oficiales de escolaridad en la enseñanza básica y ofrecer incentivos específicos a los grupos desfavorecidos. Por ejemplo, un programa innovador aplicado en Camboya para otorgar subvenciones a las familias cuyas hijas llegan al último grado de primaria –a condición de que prosigan sus estudios en secundaria– ha incrementado en un 30% la matriculación de las muchachas en este último nivel de enseñanza.
• Fortalecer el entorno del aprendizaje. Los gobiernos no sólo deben garantizar que los niños marginados puedan beneficiarse de maestros altamente calificados, ofreciendo a los docentes incentivos para que vayan a enseñar en las comarcas rurales apartadas y las zonas urbanas desfavorecidas, sino que también deben contratar a maestros originarios de minorías étnicas. La experiencia de Bolivia, un país donde la enseñanza intercultural bilingüe se ha extendido rápidamente desde mediados del decenio de 1990, muestra que las reformas de ese tipo pueden contribuir a superar los factores de desventaja que guardan relación con el idioma y a cuestionar al mismo tiempo las actitudes sociales discriminatorias.
• Hacer extensivos los derechos y ofrecer más oportunidades. Las estrategias de educación tienen que integrarse en políticas más generales de lucha contra la marginación. Las políticas de protección social –comprendidos los programas de transferencias de dinero en efectivo– constituyen un medio importante para contrarrestar la pobreza y la vulnerabilidad. En Etiopía, por ejemplo, un programa de esta clase ha dado como resultado que la mitad de las familias beneficiarias de subsidios en efectivo hayan podido mantener escolarizados a sus hijos por un lapso de tiempo más prolongado. Las disposiciones legales también desempeñan un papel importante y su eficacia es mayor cuando son respaldadas por una movilización política, tal como ha demostrado en Nueva Zelandia el movimiento en pro de los Ko-hanga Reo, jardines de la infancia que imparten toda la instrucción en lengua maorí. También es fundamental proceder a una redistribución más equitativa del gasto público, que en Brasil ha sido el pilar de estrategias más vastas encaminadas a romper los vínculos que se dan entre la pobreza, la desigualdad y la marginación en la educación.
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RESUMEN ( 48 páginas)
COMPLETO ( 569 páginas)
8 de febrero de 2010
La disparidad entre las niñas y los varones también se redujo. En el lapso de una sola generación de alumnos de primaria, en Senegal se pasó de una proporción de 85 niñas por cada 100 varones escolarizados a una paridad total entre ambos sexos.
Estas cifras hacen que se desvanezca el mito de que los países pobres son incapaces de realizar progresos rápidos en educación. En el informe Llegar a los marginados se advierte, sin embargo, que probablemente un gran número de naciones distarán mucho de alcanzar las metas aprobadas por sus gobiernos el año 2000, ya que éstos no han logrado abordar el problema de las desigualdades, mientras que los países donantes no han cumplido cabalmente sus promesas.
Un retroceso en los progresos de la educación puede tener además consecuencias de más vasto alcance. Cuando se avecina la celebración de la importante cumbre internacional sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas, prevista para el presente año, el Informe señala que la pérdida de oportunidades en el sector de la educación puede frenar el crecimiento económico y la mitigación de la pobreza, así como los progresos en el sector de la salud y en otros ámbitos.
Los autores del Informe señalan que el África Subsahariana debe ser objeto de una atención prioritaria. Debido al aumento del déficit de ingresos fiscales ocasionado por la crisis en el conjunto de los países de esta región, los planes de gasto público pueden ser objeto de reajustes dolorosos, con lo cual los sistemas educativos se verían privados de unos 4.600 millones de dólares anuales para inversiones en el periodo 2009-2010.
En el Informe se insta a los países ricos y al G-20 a incrementar la ayuda en condiciones preferentes, necesaria para que los países más pobres no se vean obligados a efectuar recortes presupuestarios perjudiciales.
Según las estimaciones del Informe, los países donantes de ayuda tendrán que enjugar un déficit de financiación cifrado en 16.000 millones de dólares anuales para lograr el objetivo de universalizar la enseñanza primaria de aquí a 2015. Por otra parte, el Informe señala que los gobiernos han ignorado hasta ahora la necesidad de luchar contra las desigualdades extremas existentes en los sistemas educativos, e indica que la atención a los marginados debe ser un elemento central de las políticas de educación, si se quiere lograr que todos los niños del mundo vayan a la escuela.
El riesgo de no alcanzar los objetivos
Cuando quedan menos de cinco años para 2015, año fijado como límite para conseguir la Educación para Todos, el Informe advierte que la posibilidad de alcanzarlos se está reduciendo. Entre los indicadores mundiales que constituyen un motivo de inquietud a este respecto, el Informe destaca los siguientes:
• Si persisten las tendencias actuales, en 2015 habrá todavía sin escolarizar unos 56 millones de niños en edad de ir a la escuela primaria.
• Actualmente, están sin escolarizar unos 71 millones de adolescentes en edad de cursar el primer ciclo de secundaria.
• Las disparidades entre los sexos siguen profundamente arraigadas: en veintiocho países en desarrollo, por cada diez varones escolarizados en primaria hay todavía menos de nueve niñas que van a la escuela.
• Las muchachas siguen representando todavía el 54% del total de niños sin escolarizar, y las que no están escolarizadas tienen muchas más probabilidades que los varones de no ir nunca en su vida a la escuela.
• Se van a necesitar en todo el mundo 10.300.000 docentes suplementarios para lograr el objetivo de universalizar la enseñanza primaria de aquí a 2015.
• Han sido escasos los avances hacia el objetivo de reducir a la mitad el analfabetismo de los adultos: todavía hay 759 millones de personas en el mundo que no saben leer ni escribir, y dos tercios de ellas son mujeres.
• La malnutrición infantil sigue representando un obstáculo importante para el progreso de la educación: en el mundo hay 178 millones de niños menores de cinco años que padecen malnutrición, y esta cifra va en aumento.
• Son demasiado numerosos los niños que acaban sus estudios primarios sin haber aprendido a leer y escribir. En algunos países del África Subsahariana, los adultos jóvenes que han cursado cinco años de estudios primarios tienen un 40% de probabilidades de ser analfabetos.
En el Informe se advierte también que la realidad puede ser peor de lo que indican las estadísticas nacionales. Recurriendo a un análisis de datos procedentes de las encuestas sobre hogares, el Informe muestra que las estadísticas sobre la matriculación en la escuela pueden sobreestimar en un 30% el número de niños en edad de cursar primaria efectivamente escolarizados.
El fracaso colectivo de los donantes
Los donantes de ayuda en su conjunto no han logrado cumplir la promesa formulada el año 2000, según la cual “ningún país que se comprometiera seriamente con la Educación para Todos se vería frustrado por falta de recursos en su empeño por lograr esa meta”. A este respecto, el Informe señala que:
• El déficit de financiación que es preciso enjugar para alcanzar los objetivos de la Educación para Todos se cifra en 16.000 millones de dólares anuales.
• Los países ricos han exagerado el monto de la ayuda que han suministrado a las naciones pobres para ayudarlas a afrontar la crisis financiera.
• La inoperancia de la Iniciativa Vía Rápida, en cuanto organismo principal de coordinación de la ayuda internacional a la educación, exige una reforma a fondo de su funcionamiento.
Los compromisos de ayuda a la educación básica, que se habían estancado desde 2004, disminuyeron en más de un 20% en 2007. Los presupuestos de los tres donantes que más ayuda prestan a la educación –Alemania, Francia y Japón– muestran la atención relativamente escasa que prestan a la educación básica, ya que todos ellos destinan más del 50% a la enseñanza secundaria y superior. En cambio, España se sitúa en una posición de vanguardia, ya que desde 1999 incrementó su ayuda a la educación básica en un 78%.
Según las estimaciones del Informe, los países de ingresos bajos podrían por sí solos recaudar más recursos internos para poner a disposición de la educación una suma adicional de 7.000 millones anuales de dólares, equivalente al 0,7% de su Producto Interior Bruto. No obstante, aun cuando los gobiernos nacionales se esfuercen al máximo por aumentar el gasto público en educación, el déficit de financiación calculado en el Informe para 46 países de esa categoría se cifra en 16.000 millones de dólares anuales. El costo de la consecución de los objetivos principales de la Educación para Todos se había subestimado en los cálculos precedentes, debido en parte a que no se había tenido en cuenta el gasto adicional entrañado por la tarea de llevar la educación a los grupos marginados.
En el informe de la UNESCO se admite que, en una época de fuertes tensiones presupuestarias, el incremento de la ayuda a la educación va a resultar una empresa difícil para los países donantes. Sin embargo, el volumen de la ayuda tendrá que aumentar sustancialmente si se quieren enjugar los 16.000 millones de dólares del déficit de financiación de la Educación para Todos, teniendo en cuenta que la ayuda actual a la educación básica de los 46 países mencionados se cifra apenas en 2.700 millones.
Los autores del Informe hacen un llamamiento al Secretario General de las Naciones Unidas para que convoque en 2010 una conferencia de alto nivel sobre los compromisos de ayuda a la educación, a fin de tratar el problema del déficit de financiación.
Los países ricos y las instituciones financieras internacionales han tergiversado el apoyo prestado a los países en desarrollo, recurriendo a una “cortina de humo” en la elaboración de los informes sobre la ayuda. “Los países ricos han desplazado montañas de recursos financieros para estabilizar sus sistemas bancarios y proteger sus infraestructuras socioeconómicas vitales, pero sólo han prestado una ayuda muy modesta a los pobres del mundo”, ha declarado a este respecto el director del Informe, Kevin Watkins.
La Iniciativa Vía Rápida, mecanismo central de la ayuda multilateral a la educación, necesita ser reformada a fondo. Aunque esta iniciativa ha logrado algunos resultados estimables, el Informe señala toda una amplia serie de problemas que han mermado su eficacia: el bajo porcentaje de los desembolsos efectivos de la ayuda, la escasa participación concedida a los países en desarrollo en la administración de la Iniciativa, la presencia mínima del sector privado y los insuficientes servicios prestados a los países afectados por conflictos.
En el Informe se pide una reforma radical de la Iniciativa Vía Rápida. Sacando la lección de los fondos mundiales destinados a la salud, los autores piden la adopción de un planteamiento más eficaz de la ayuda multilateral a la educación, focalizándola en la reducción de los déficits de financiación de la educación básica, la mejora de los resultados del aprendizaje de los alumnos y el fortalecimiento de la equidad de los sistemas educativos.
Además, se debe mejorar la eficacia de la ayuda para resolver los problemas relacionados con la previsibilidad de su prestación, la coordinación entre los donantes y el hecho de que éstos no recurran a los sistemas nacionales de gestión financiera.
Los donantes tienen que adoptar también planteamientos más flexibles para intensificar la ayuda a los países víctimas de conflictos, ya que éstos reciben menos del 20% de la ayuda destinada a la educación, a pesar de que un tercio del total de los niños sin escolarizar viven en ellos.
La lucha contra la “penuria de educación”, clave del progreso
Las desigualdades extremas y persistentes debidas a la pobreza, la disparidad entre los sexos, la pertenencia étnica y el idioma frenan los progresos de la educación, despilfarran el potencial humano y socavan la prosperidad. Las oportunidades perdidas en materia de educación obstaculizan el desarrollo económico, así como los esfuerzos realizados para reducir la pobreza y mejorar la salud.
Para examinar la magnitud de los factores de desventaja más acusados en el plano de la educación, el Informe recurre a un nuevo instrumento de medición –el conjunto de datos sobre la Penuria de Educación y la Marginación en la Educación (PEME)– que establece para los adultos jóvenes del grupo etario de 17 a 22 años un umbral de “penuria de educación” fijado en cuatro años de escolarización, esto es, el tiempo mínimo necesario para adquirir los rudimentos de la lectura, la escritura y el cálculo. El Informe ha podido así identificar 22 países donde el 30%, o más, de los adultos jóvenes no llegan a alcanzar ese umbral de educación, y 11 países del África Subsahariana donde este porcentaje se eleva al 50%, o más.
Este conjunto de datos pone de manifiesto la existencia de disparidades muy pronunciadas dentro de cada país en lo que respecta a las posibilidades de educación:
• El hecho de nacer en una familia pobre aumenta considerablemente el riesgo de la penuria de educación. En Filipinas, la diferencia entre las familias más pobres y las más ricas, en lo que respecta a la duración de escolarización, se cifra en cuatro años. En la India esa diferencia asciende a siete años.
• Se da una interacción entre el sexo, el nivel de ingresos y el lugar de domicilio. En Nigeria, los jóvenes de 17 a 22 años han recibido, por término medio, siete años de educación. Ese promedio es inferior a seis meses en el caso de las jóvenes de familias pobres de la etnia hausa que vienen en zonas rurales.
• Las disparidades que se dan dentro de cada país suelen ser mayores que las existentes entre los distintos países. En México, el 25% de los adultos jóvenes del Estado sureño de Chiapas reciben menos de cuatro años de educación. En el Distrito Federal ese porcentaje se cifra solamente en un 3%.
• Algunos grupos tienen que afrontar situaciones de desventaja muy serias. En Kenya, el 51% de los varones de 17 a 22 años pertenecientes a las comunidades de pastores somalíes han estado escolarizados menos de dos años. En el caso de las jóvenes, ese porcentaje se eleva al 92%.
• El idioma y la pertenencia étnica suelen reforzar la marginación. En Turquía, un país en el que la educación ha progresado rápidamente, la duración media de la escolarización de las mujeres kurdas de familias pobres es de unos tres años, lo cual las sitúa al mismo nivel que el promedio nacional de duración de los estudios en el Chad.
Fomentada por factores de desventaja estructurales y políticas deficientes, la marginación en la educación no es objeto de la debida atención por parte de los dirigentes políticos. Entre las políticas que pueden contrarrestar con éxito las desigualdades persistentes, el Informe señala las siguientes:
• Mejorar el acceso a la educación y hacerla más asequible. Los gobiernos deben ir más allá de la mera supresión de los derechos oficiales de escolaridad en la enseñanza básica y ofrecer incentivos específicos a los grupos desfavorecidos. Por ejemplo, un programa innovador aplicado en Camboya para otorgar subvenciones a las familias cuyas hijas llegan al último grado de primaria –a condición de que prosigan sus estudios en secundaria– ha incrementado en un 30% la matriculación de las muchachas en este último nivel de enseñanza.
• Fortalecer el entorno del aprendizaje. Los gobiernos no sólo deben garantizar que los niños marginados puedan beneficiarse de maestros altamente calificados, ofreciendo a los docentes incentivos para que vayan a enseñar en las comarcas rurales apartadas y las zonas urbanas desfavorecidas, sino que también deben contratar a maestros originarios de minorías étnicas. La experiencia de Bolivia, un país donde la enseñanza intercultural bilingüe se ha extendido rápidamente desde mediados del decenio de 1990, muestra que las reformas de ese tipo pueden contribuir a superar los factores de desventaja que guardan relación con el idioma y a cuestionar al mismo tiempo las actitudes sociales discriminatorias.
• Hacer extensivos los derechos y ofrecer más oportunidades. Las estrategias de educación tienen que integrarse en políticas más generales de lucha contra la marginación. Las políticas de protección social –comprendidos los programas de transferencias de dinero en efectivo– constituyen un medio importante para contrarrestar la pobreza y la vulnerabilidad. En Etiopía, por ejemplo, un programa de esta clase ha dado como resultado que la mitad de las familias beneficiarias de subsidios en efectivo hayan podido mantener escolarizados a sus hijos por un lapso de tiempo más prolongado. Las disposiciones legales también desempeñan un papel importante y su eficacia es mayor cuando son respaldadas por una movilización política, tal como ha demostrado en Nueva Zelandia el movimiento en pro de los Ko-hanga Reo, jardines de la infancia que imparten toda la instrucción en lengua maorí. También es fundamental proceder a una redistribución más equitativa del gasto público, que en Brasil ha sido el pilar de estrategias más vastas encaminadas a romper los vínculos que se dan entre la pobreza, la desigualdad y la marginación en la educación.
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RESUMEN ( 48 páginas)
COMPLETO ( 569 páginas)
8 de febrero de 2010
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