miércoles, 2 de febrero de 2011

EDUCAR A UN ADOLESCENTE

No existen "recetas educativas milagro", pero sí es posible ofrecer algunos puntos de reflexión que deberían tener bien presente padres y educadores en general que tienen que bregar a diario con adolescentes y no saben qué actitud adoptar en multitud de ocasiones

El decálogo que ofrecemos  a continuación puede ser una guía sencilla y eficaz, si somos capaces de aplicarlo. Está en línea con la psicología educativa positiva que practica desde hace tiempo el psicólogo Bernabé Tierno.
 








  1. Jamás convertirse en otro adolescente, imitando sus actitudes desafiantes, su inmadurez, sus desplantes o sus malos modos. Hay que situarse en un nivel superior, dando a entender al educando que sólo le escucharemos si se comporta de la forma educada, respetuosa y tranquila con que nosotros lo hacemos.
  2. Al adolescente le tranquiliza saber que los educadores también fuimos adolescentes y cómo nos comportábamos, los problemas que teníamos y las discusiones que manteníamos con nuestros padres. Tener con ellos estas confidencias ayuda a que nos cuenten sus problemas y nos vean más cercanos.
  3. El adolescente necesita ejemplos vivos de calma, de autocontrol, de madurez y de capacidad de diálogo. Aprenderán a respetar y a ser coherentes de nuestro respeto y coherencia.
  4. Darle ejemplo de empatía, de comprensión y de buen entendimiento, poniéndonos en su lugar y dándoles la razón en algunas cosas es primordial. El adolescente necesita sentirse valioso y capaz  y que se lo reconozcamos los adultos.
  5. Jamás se debe corregir en público a un adolescente, pues dado su gran sentido del ridículo, susceptibilidad e inmadurez y suspicacia no perdonaría jamás nuestra actitud. Mejor las reconvenciones en privado.
  6. Hay que dejar “la pelota” de la responsabilidad en su campo; que tome sus decisiones y cargue con las consecuencias de sus actos es fundamental para que no pueda librarse de responsabilidades. Añadir a esto el que nos vean limitados y con defectos y que sepan que también los adultos nos equivocamos.
  7. Dejarle claro al adolescente que le apreciamos y queremos incondicionalmente, pero que eso no significa que no le exijamos responsabilidad y autodisciplina. Tiene que aprender a hacer muchas cosas que no le gustan, pero son necesarias para su formación.
  8.  Formar hábitos desde la infancia: ser ordenado, hacer amigos, saber respetar, organizarse, ser responsable, etc. Hacerse cargo de sí mismo y estar al mando “de su propia vida”.
  9. Enseñarle a buscar soluciones y alternativas, escucharles, ser dialogantes, llegar a pactos y acuerdos, encontrar siempre puntos de encuentro y jamás mostrarnos como en posesión de la verdad.
  10. Esperar siempre lo mejor del adolescente, creer y confiar en él. Admitir sus críticas y puntos de vista sin perder la calma y jamás perder con ellos el sentido del humor.

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