En Japón se afanan por enfriar las vasijas de los reactores de Fukushima. Y eso para salvar del peor desastre, no tanto al Japón de nuestros días, como a las próximas generaciones. |
Salvando las diferencias, en nuestro país nos enfrentamos a un problema con consecuencias devastadoras para el futuro. Con una tasa de paro juvenil que ronda el 43%, la más alta de Europa, y un índice de fracaso escolar del 30% e increscendo, cada una de las partes implicadas directamente en monumental desastre, echa balones fuera. Las familias, muchas de las cuales han dimitido de su principal y primera responsabilidad, culpan a los educadores, que en muchos casos no llegan más que a burócratas de la enseñanza. Estos, acusan a la familia por su falta de protagonismo y a los propios jóvenes, que totalmente desmotivados, y sin respeto alguno a la autoridad educativa, hacen baldía su labor. Y por último, ellos, los más perjudicados en toda esta situación, y sin necesidad alguna de acusar a nadie, pasan su juventud “alegremente” sin darse cuenta de la que se les viene encima. Lo tienen “todo”, menos un trabajo y unas condiciones dignas de acceso a una vivienda. Y mientras tanto, como la lucha por estas condiciones y por un futuro que les sonría es dura, según un reciente informe de ASIGC, el 20% de los adolescentes de entre 14 a 18 años reconoce que habitualmente consume hachís.
Tanto dolor parece que no nos duele, y agachamos la cabeza, y no gritamos, ni exigimos, ni ponemos en marcha nuevas iniciativas…
¿Quiénes serán esos, que poniendo en riesgo hasta sus propias vidas, quieran ofrecerlas para que las generaciones venideras no sufran las consecuencias del sin sentido de esta sociedad, que condena a toda una juventud, savia del mañana, al paro forzoso o a la explotación, al fracaso, a las drogas, a no poder acceder a una vivienda, ni por ende a formar una familia…? La vasija ya está rota
Autor: Editorial Revista Autogestión
Una juventud sin una personalidad fuerte, formada en la solidaridad, padeciendo un rosario de leyes educativas, una sobre la otra, y otra frente a la una, unido esto a una gestión económico-laboral pésima de nuestro actual gobierno, no han hecho más que empeorar la situación, dejando a los jóvenes sin herramientas para afrontar su vida, abocados al sinsentido.
Tanto dolor parece que no nos duele, y agachamos la cabeza, y no gritamos, ni exigimos, ni ponemos en marcha nuevas iniciativas…
¿Quiénes serán esos, que poniendo en riesgo hasta sus propias vidas, quieran ofrecerlas para que las generaciones venideras no sufran las consecuencias del sin sentido de esta sociedad, que condena a toda una juventud, savia del mañana, al paro forzoso o a la explotación, al fracaso, a las drogas, a no poder acceder a una vivienda, ni por ende a formar una familia…? La vasija ya está rota
Autor: Editorial Revista Autogestión
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