El fracaso escolar ha sido poco explorado desde la experiencia. Las teorías estructuralistas ofrecen explicaciones deterministas y paralizantes, y los actuales análisis del fenómeno tienden a convertir en psicológicos problemas que son de naturaleza social.
Por ello, acercar la investigación educativa a la experiencia escolar posibilita ver cómo el contexto condiciona a los chicos en desventaja, y cómo estos responden al sistema educativo y social en un proceso de negociación claramente desequilibrado. Este es el principal valor del presente artículo.
En él trato de ofrecer algunos de los principales resultados de una investigación biográfica que contiene la historia de vida de Medina –un adolescente recluido en un centro de menores infractores– y siete relatos de vida cruzados de chicos que comparten su situación actual. El protagonista –procedente de un contexto marginal– y los actores que conforman los contextos fundamentales del menor, ofrecen una visión bastante amplia del recorrido social y empírico que el chico ha atravesado a lo largo de su vida, con especial énfasis en su relación con la escuela.
Tras analizar el relato construido, puede observarse una ruptura social que tanto él como sus amigos y familiares evidencian, una diferenciación de clase que divide a la sociedad en dos partes: vosotros, los buenos; y nosotros, los malos. El fracaso escolar, fruto de esta división, deja lugar al fracaso social al desencadenar ‘guerrillas contra los buenos’ en chicos que aprendieron a desvalorarse como personas y como grupo.
Pero aceptar su condición de ‘malos’ les sirve para reafirmarse en sí mismos y luchar contra los que tratan de abocarlos a lo que no quieren ser y a una posición que no desean ocupar. Se convierten así en ‘guerreros’ que luchan contra un sistema social que los margina, aunque ello suponga llevarse a su propia destrucción.
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