Una experiencia más que nace de hacer de la necesidad virtud y que tiene como referencia a las Comunidades de Aprendizaje de las que tanto hemos publicado ya en este blog. Hace dos años el centro tenía casi el 50% de absentimo. Cambiando la forma de impartir los contenidos y con la ayuda de las familias, ahora el porcentaje es irrisorio
Maite Minguillón, la directora de la Escola Mediterrani, todavía mira y remira las cifras de la última comisión de absentismo celebrada este lunes. El porcentaje de alumnos que han faltado a clase durante el primer trimestre no llega ni al 10% del total (134 matriculados) e incluso por la tarde, donde el riesgo de evasión es mayor, hay «cifras alucinantes porque no tenemos ni una baja sin justificar», explica.
Este absentismo escolar sería alarmante si no se conoce la singularidad de este centro, ubicado en uno de los barrios con mayor inmigración de Tarragona –Campclar– y demasiados años estigmatizado socialmente por la tipología del alumnado. «Somos una escuela donde casi el 70% del alumnado es gitano y entre el restante 30% predomina el alumno magrebí», describe.
Con esta carta de presentación, la escuela pública de Ponent lucha año tras año contra la etiqueta de centro marginal. Prueba de la poca simpatía que despierta se refleja en las dificultades que tiene cada año para captar nuevo alumnado en la preinscripción y también en la matriculación.
Sin embargo, estas etiquetas sociales empiezan a cambiar lentamente gracias al esfuerzo de un profesorado, de una comunidad de padres involucrados y de los propios resultados obtenidos entre el alumnado gracias al cambio de sistema educativo.
Hace dos cursos, «empezamos de forma experimental a cambiar la forma de dar las clases con el objetivo de reducir el absentismo, subir el rendimiento del alumno y reforzar la cohesión social del barrio», añade Minguillón. Hoy, con los primeros resultados provisionales en la mano, estos apuntan a que la decisión del claustro apoyada por padres fue un éxito.
Comunidades de aprendizaje
¿Qué ha puesto en marcha en la Escola Mediterrani para atraer a alumnos y padres por igual? El claustro de profesores indagó para localizar casos similares de escuelas con un alto índice de inmigración en la geografía española. Encontró un ejemplo en La Paz, ubicada en Albacete. Es una situación muy parecida a la de la Escola Mediterrani, «aunque su situación era mucho peor», admite Teresa Castañeda, una de las profesoras.
Con el camino abierto por la escuela manchega y la adaptación del profesorado a la nueva metodología, la escuela del barrio tarraconense puso en práctica hace dos cursos la metodología.
A día de hoy se trabajan las asignaturas de matemáticas y catalán. Para el año que viene Naturales y el Inglés podrían sumarse. Para empezar la clase, se hacen grupos pequeños, de tres a cinco alumnos. La profesora explica a cada grupo lo que debe hacer y un adulto, padres o voluntarios, ayudan a comprender y a desarrollar la actividad. De esta forma, el niño interactúa, participa activamente y asimila más rápidamente los contenidos.
Mohamed, Laura, Carmen, José Manuel o Ramón son algunos de estos chavales. Coinciden en explicar que les gusta la forma de dar clases y que aprenden «mogollón», dicen. «Los niños, al interactuar, están más motivados, se sienten importantes y se ayudan unos a otros. Creo que esta forma de enseñar es mejor que la tradicional», explica la maestra Cristina Ximenis.
Para poder ponerlo en práctica se buscó la complicidad de los padres y la voluntad y el altruismo de muchos licenciados de la URV que se apuntaron sin dudar. Montse es una recién licenciada. «Recibí un mail, les contesté y aquí estoy. No sólo adquiero experiencia ayudando en clase, sino que también crezco como persona», explica.
Los padres también se sienten importantes y no necesitan tener titulación para participar. Lourdes es una madre con dos niños en la escuela. «Todo lo que aprendo aquí en la escuela me permite ayudar a mis hijos a hacer los deberes en casa», dice.
Eliminar clases de refuerzo
Este sistema pedagógico no excluye a nadie de clase. «Los grupos interactivos se constituyen precisamente para esto. En cada grupo de niños hay más listos y menos listos, y unos ayudan a los otros, ganando todos», explica Castañeda.
Antes de aplicar esta metodología había demasiados grupos de refuerzo «y los chavales creen que se les excluye por tontos y que los marginas. Pierden interés y eso provoca absentismo», apunta la profesora.
Por ello, con la participación de los padres y eliminando la exclusión de los alumnos con mayores dificultades de aprendizaje, el absentismo se ha reducido de forma exponencial.
En el curso 2011/12 el índice era del 46,72% de media durante todo el año, con puntas que crecían hasta el infinito según las épocas del año. Al año siguiente, con la puesta en marcha de la prueba piloto, las cifras bajaron hasta el 14,67% y este año, sólo en el primer trimestre, ya hay una reducción de más del 20% respecto al curso anterior.
Por ello, desde el Departament d’Ensenyament se está apoyando de forma especial a este centro del barrio tarraconense porque la metodología y los resultados podrían copiarse en otras partes. Minguillón apunta que en España hay más de 50 centros que aplican este método pedagógico y en la provincia con más rodaje que ellos están el Alberich i Casas, de Reus, y el Àngel Guimerà, de El Vendrell. «Nos han llamado de Barcelona y Navarra porque viendo el éxito del proyecto les gustaría conocerlo más a fondo», concluye la directora.
Clases para los padres del barrio
Una de las novedades que forma parte de esta ?revolución? pedagógica se encuentra en las clases gratuitas de informática, catalán y graduado escolar para los padres de Campclar ?tengan o no a sus hijos en la Escola Mediterrani?. Profesores voluntarios imparten en la biblioteca clases para que los adultos puedan obtener el certificado de graduado escolar, uno de los requisitos para poder entrar en el mundo laboral. Tras el éxito de la convocatoria del curso pasado, la Generalitat está subvencionando algunas de las plazas para este curso, que empezó en octubre. Además, hay otras materias que de forma gratuita imparten profesores y voluntarios de la URV. Clases de catalán ?oral y escrito? o de informática las promueve el propio centro «como una forma de integración y cohesión social», explica Ximenis. Además, la presencia de padres estudiando por las tardes en el Mediterrani ha incrementado el número de usuarios de la biblioteca tutorizada, que no es más que habilitar el espacio público para que los pequeños hagan los deberes o practiquen la lectura.
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