martes, 21 de octubre de 2014

Jóvenes: ¡Hagan futuro! ¡No tengan miedo!

¿En qué redes viven los jóvenes hoy? Esta fue la pregunta de partida en el curso celebrado este fin de semana en la Casa Emaús. Los jóvenes, para los padres, para los educadores, para todos los adultos, son un espejo del mundo que hemos construido. Y son un grito, una provocación, para construir el mundo que es necesario.

Cuando uno echa una mirada a los niños y jóvenes (menores de 25 años) en el mundo actual se ve forzado a despertar del estado de letargo en el que nos tienen sumidos todas las alienaciones. Las agresiones en las que se ven inmersos son de un profundo calado. No son estadísticas, son los iguales de nuestros hijos, los compañeros de nuestros hijos, nuestros hijos. Es cierto que no puede trazarse sin más un escenario único para la complejidad de las situaciones que viven, pero hay situaciones que a nivel mundial no pueden dejar de reseñarse para entender qué situaciones están viviendo:

  • Son el sector de la población con mayor número de víctimas de la violencia directa que mata a bocajarro: el aborto, el hambre, las guerras y los homicidios en el mundo.
  • Son el sector de la población con mayor número de víctimas de la violencia estructural que mata a dosis: la miseria estructural, las agresiones sexuales y la prostitución, la droga y el alcohol, la explotación- esclavitud laboral (niños esclavos), las migraciones forzosas sin acompañamiento de ningún adulto,…
  • Y el sector de la población dónde se produce el mayor número de violaciones de la vocación profesional, que es uno de los pilares de la dignidad personal. Eso significa, entre otras cosas, el que millones de ellos no puedan ir a la escuela, o la abandonen temprano y completamente analfabetos, o que fracasen en la escuela o las altísimas tasas de desempleo juvenil

Un sistema económico- político – cultural que trata así a sus jóvenes no es digno de ser respetado. Debe combatirse, hasta remplazarse. El amor de un educador por sus alumnos pasa por este compromiso político. Y también se compromete, a favor del sistema, quién no se quiere meter en este lío.

El curso también dedicó un espacio a que contempláramos a los jóvenes, a nuestros hijos, en España, a constatar las condiciones en las que viven y a escuchar lo que decían de sí mismos, lo que valoran, lo que piensan… en clave de intentar ser responsables con los retos que nos lanzan.

Hicimos también un esfuerzo en analizar lo que están suponiendo las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en el proceso de socialización- educación de los jóvenes. No es lo mismo generar “redes sociales” que andar “enredados” en las redes. Concluimos entonces que educarnos hoy tiene que hacer frente a una nueva alfabetización crítica, en el sentido más freiriano del término. Es decir, a una educación que realmente no prescinda de aprender el “lenguaje” de la nueva cultura digital, y de analizar tanto los instrumentos como las ideologías que encierran estos nuevos instrumentos de nuestra cultura.

Los informes que manejamos están al alcance de todos nosotros y no hace falta reproducirlos aquí. Lo que si quisimos, de forma especial, es ponerles rostros a estos jóvenes. Especialmente a ese sector de jóvenes que reciben de los sociólogos y los psicólogos las etiquetas de marginados, jóvenes en situación de riesgo, desestructurados,… Sus vidas, enlazadas en las nuestras, nos ponen de manifiesto sin lugar a duda hasta qué extremos puede llegar esta estructura institucional a agredir a los jóvenes. No fue fácil escuchar el rosario de situaciones degradadas que pasan a diario delante de nuestras vidas como educadores en estas áreas-gueto de las ciudades dónde algunos vivimos o trabajamos.

Pero los jóvenes también nos ponen de manifiesto hasta qué punto todos los seres humanos nos resistimos a perder la dignidad y hasta qué punto es imposible dejar de escuchar la llamada a la solidaridad que nos constituye. Detrás de las humillaciones que sufren, de las degradaciones a las que se someten, de las evasiones en las que se sumergen, de la indignación y la subversión con la que a veces reaccionan, del “apoliticismo” del que hacen gala, de la rabia y la violencia con la que reaccionan hasta con los seres más queridos,… están su DESEO de ser, de existir. Su deseo de ser aceptados como sólo el amor es capaz de aceptar: incondicionalmente. Su deseo de seguridad, de ser protegido por sus mayores. Su deseo de pertenecer, de formar parte de una familia (o en su falta, de una “banda” o mara). Su deseo de servir para algo, de encontrar su lugar en el mundo. Su deseo de transcendencia, de Dios.


Hace falta, no obstante, MUCHO AMOR, mucha fe, mucha esperanza, para hacer una apuesta decidida por las posibilidades de liberación del ser humano, para poder educarnos con los jóvenes hoy (y siempre). Hace falta mucha HUMILDAD para poder educar. Y de eso tratamos por la tarde. Del proceso educativo como proceso de búsqueda de la Verdad, que es al mismo tiempo, y simultáneamente, búsqueda de la Belleza y Bondad. A eso se limita en definitiva educar: a suscitar la Verdad. La verdad de lo que somos: Vocación. La verdad que nos rodea, que es la propia realidad. La verdad que nos libera, que nos hace libres, es decir, personas responsables.

La mañana del domingo nos ofreció la clave para poder ser respuesta a esta situación y a sus causas: SER FAMILIA para los jóvenes. Una familia que en el ejercicio de su misión política- que está en la naturaleza del amor que la fundamenta- se convierte en familia de familias, en asociación que lucha, que combate con todas sus fuerzas para que el mundo sea familia. Ser familia quiere decir ser espacio de acogida, de encuentro, de una formación integral que es fecundidad, de servicio, de lucha en común.

Y cómo cada uno ofrece lo que tiene y cree valioso pues en el curso testimoniamos que eso quiere ser el Movimiento Cultural Cristiano, sus plataformas culturales, y Camino Juvenil Solidario, para las familias que existen, con todas las dificultades que lleven encima, y para todos los jóvenes que quieran acogerse libre y voluntariamente. Familia, Asociación, Escuela de formación integral, espacio de solidaridad, forja de militantes. Siguiendo el camino marcado por Jesús, el Maestro. En su Iglesia. Desde los empobrecidos de la Tierra.

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