jueves, 18 de junio de 2015

FLIPPANDO. Pasos para "dar la vuelta a la clase".

what-do-you-want-kids-to-do-with-technologyParece bastante claro que los estudiantes de hoy son muy diferentes de cómo lo éramos nosotros. Muchos crecimos en la era de la clase magistral, la práctica y la evaluación. Los estudiantes actuales están inmersos en la tecnología y el acceso a la información les es natural (lo que no significa que siempre sepan lo que buscan o cómo hacerlo), en particular para sus intereses inmediatos.

Imagen tomada de TeachThought






Es buena idea aprovechar esas destrezas y familiaridad para “infiltrarla” de acciones que faciliten su aprendizaje y desarrollo de estrategias que tengan calado respecto a la adquisición de un conocimiento profundo. Desde luego, una cosa es saber manejar las funcionalidades de un dispositivo o programa y otra bien distinta saber para qué hacerlo.
Ningún adulto, ningún profesor, debería sentirse acomplejado por no dominar la tecnología con la fluidez con la que ellos saben hacerlo, “lo importante no es el sobre, es la carta”. El concepto de nativo digital me temo que es es más profundo que el de diestro manejando la tecnología.
Echadle un vistazo a la imagen que acompaña este texto y que acabo de rescatar de un blog en el que se ha publicado hace unos pocos días. La última frase viene a reproducir esta idea: “la tecnología es una herramienta, no un resultado de aprendizaje”.

Pero yendo a lo nuestro, para dar la vuelta a la clase deben considerarse seis pasos importantes, que resumo ahora, inspirado en una entrada realizada recientemente en el blog TeachThought por Josh Corbat, sin entrar en tecnicismos del cómo hacerlo. Solo se trata de dar una visión general de lo que implica invertir la clase.
Paso 1. Decidir qué tipo de tecnología vamos a utilizar
Dar la vuelta a la clase es más que elaborar unos vídeos, aunque lo implique, incluso extensivamente. Debemos huir de la idea de producir vídeos propios de un estudio de cine o televisión profesional. Los vídeos tienen que ser útiles para transmitir el contenido de nuestra materia. Pretender ganar un concurso de cortometrajes con ellos parece, en la mayor parte de los casos, poco realista. Esa es una tarea para profesionales de narrativa audiovisual y de imagen. Tampoco significa que sean productos de mala calidad que no cumplan su función.
Un vídeo debe ser una buena explicación de lo que se quiere transmitir, tal como uno lo haría en “vivo y en directo” en tu clase, solo que vas a grabarlo para que tus alumnos puedan acceder a esa explicación tantas veces como sea preciso y cuando les venga mejor, llevando a cabo una tarea específica mientras los visualizan.
Se puede, no obstante, utilizar una tecnología más o menos sofisticada, con más o menos pre y post producción. La clave es que cuanta más elaboración, más difícil resultará todo el proceso. No debemos olvidar que el primer año será de una cantidad de trabajo respetable.
Podemos utilizar una cámara de vídeo sobre un trípode y comenzar a explicar en el encerado mientras nos grabamos, podemos locutar una presentación, hacer un screencast, etc. Una vez hecho, podemos subirlo a nuestro canal de YouTube y ponerlo a disposición de los alumnos. Un ejemplo simple puede verse en este enlace.
Hay modos más elaborados, como utilizar Camtasia o Screenflow para grabar la voz junto con la pantalla del ordenador. Estos programas permiten, además, que nuestra imagen aparezca por un cierto tiempo en la pantalla, lo que lo alumnos agradecen ya que les gusta ver a quien les habla. Esto es suficiente, basta con narrar el material que quizá ya tenemos. Buscando en YouTube se pueden encontrar bajo el término flipped classroom cientos de ejemplos (algunos ciertamente deficientes). Ver unos cuantos de ellos nos servirá para decidir cómo nos gustaría hacerlo y cómo no querríamos que fuesen nuestros vídeos. Sin olvidar que éste no es el punto crítico.
Paso 2. Decidir donde alojar los vídeos para publicarlos y hacerlos accesibles a los alumnos
YouTube es una primera opción, pero también puede ser Vimeo, el propio servidor del centro o de la Comunidad en la que trabajemos. Dependerá de las políticas de acceso en cada caso.
Los expertos recomiendan tener en cuenta, pensando en los alumnos, algunos extremos:
  • Pensar en la facilidad de acceso desde casa para los alumnos
  • Saber si el servicio que elegimos permite el uso de múltiples dispositivos, particularmente móviles, iPads u otras tabletas, ordenadores, etc.
  • Decidir si queremos que los vídeos sean públicos o privados (YouTube, por ejemplo permite ambas cosas).
Paso 3. Filmar los vídeos
Tendremos que hacer un esfuerzo para que los vídeos sean cortos (en torno  a 5 minutos), esto ayuda a su realización y también a los alumnos cuando los estudian. Exigirá un esfuerzo de síntesis y centrarse en ideas clave (no olvidemos que la enseñanza no se acaba aquí, solo empieza). Un número máximo de 3 vídeos por día parece razonable para que los alumnos ‘vean’ en casa sin que se sientan sobrecargados.
Quizá nos preguntemos cómo podemos condensar una clase en 15 minutos (es solo una orientación, dependerá mucho de los casos), pero pensemos que se evita toda distracción, atención a problemas de disciplina, etc. Pensemos en un programa de TV, por ejemplo, y analicemos las cosas que se dicen por unidad de tiempo…Es realmente impresionante la optimización del tiempo cuando se va directamente al grano.
Cuando nos filmemos, o lo haga alguien que nos ayude, debemos tratar de ser naturales y no sobreactuar, ni impostar la voz o adoptar poses que no sean adecuadas. Ser nosotros mismos, añadir notas de humor si procede, etc., siempre es garantía de éxito. Pensemos también que el vídeo tiene que atraer la atención de los alumnos, por lo que debemos ser buenos oradores. ¡Cuando hablamos en clase también!
Paso 4. Hacer que los alumnos sean responsables de ver los vídeos
Este es un punto crítico que trataba Katie Gimbar en el post anterior en un par de vídeos. Si no lo has visto te recomiendo que lo hagas. Es importante, como lo es que los alumnos en la clase convencional nos atiendan, o participen, o hagan preguntas sobre lo que no entienden…
flipvstraditional
Imagen tomada de edtechtips
Hay diversos modos de comprobar si los alumnos hacen ‘la tarea’. La primera es que tienen que saber desde el principio que ‘la clase’ no se puede llevar a cabo si no han hecho el trabajo previo sobre el que se realizará la tarea. Ya no venimos a clase a ver lo que dice el profesor, venimos a preguntar lo que no entendimos, a responder a las preguntas que nos formularon el día anterior, a realizar una tarea en común con nuestros compañeros… Y el profesor va a estar ahí, cerca y atento a lo que hace cada alumno, no en la tarima. El alumno percibirá, enseguida, que ya no puede esconderse en el anonimato del grupo. La flipped classroom es una tarea a ‘pecho descubierto’ si me permitís la expresión.
Es útil que el profesor indique el trabajo a realizar y enseñe a los alumnos a ver los vídeos, a tomar notas sobre ellos, a elaborar un glosario de los términos principales, etc. Las posibilidades son múltiples, no es ahora el momento de tratarlas.
Lo importante es que nuestros alumnos descubran, desde el primer momento, que hay una parte de la actividad de la que son responsables: nada menos que de su propio aprendizaje. En realidad ésta es la naturaleza de las cosas. Ahora, la disposición de los elementos del proceso de aprendizaje se articulan de modo que facilitará que los alumnos sean aprendices más independientes. ¿Quién no quiere esto de sus alumnos? Este método tiene extraordinarios beneficios ocultos.
Paso 5: Mantener el ritmo
Ya se ha mencionado que comenzar requiere un cierto trabajo, pero los beneficios son tantos que merecerá la pena. Hay que buscar la manera de preparar los vídeos y las tareas a realizar con ellos. Esto dependerá mucho de cuál sea nuestra materia y estilo de trabajo.
Un modo posible sería grabar varias clases seguidas en periodos de fin de semana. Otra opción es grabar nuestras clases tradicionales durante el primer año y preparar todo para el siguiente. Las estrategias dependerán de cada uno. Nos animará ver nuestras propias explicaciones realizadas con precisión y pulcritud narrativa, tener las tareas perfectamente programadas para cada concepto clave y nuestros alumnos siguiendo un proceso que nos sorprenderá. Una cosa es importante: si decidimos empezar no podremos dar marcha atrás.
Paso 6: Comenzar una enseñanza con menos estrés.
Parece, por la experiencia de muchos profesores, que invertir la clase tiene menos estrés, una vez que el proceso está en marcha.
Ahora es posible decirle a un alumno qué debe hacer cuando ha faltado a clase, los profesores con alumnos con dificultades también pueden atenderlos mejor. Los que tienen alumnos que son aprendices rápidos, por su alta capacidad, ya no verán cómo se aburren mientras esperan a los otros compañeros. Los padres estarán agradecidos del tiempo que los profesores dedican a sus hijos individualmente o en pequeños grupos…
Ahora es posible tener a mano el material necesario, no es preciso que estemos presentes.
Pero sobre todo, el acceso a tí como profesor será más fácil, la interacción con CADA alumno y el tiempo dedicado tendrán mayor calidad. Este es el gran beneficio de la clase invertidaMÁS tiempo a CADA alumno, centrado en SUS dificultades y necesidades. Al final, de todos modos, el profesor es el principal recurso, no lo olvidemos.

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