
Desde la Neuroeducación se nos proponen algunas estrategias que nos pueden ayudar a encender la curiosidad en aquellos estudiantes que espontáneamente no la tienen:
10 ESTRATEGIAS
1
Comenzar la clase con algo provocador, una frase, un dibujo, un pensamiento… algo que resulte chocante (la jirafa, por ejemplo).
2
Presentar un problema cotidiano que lleve al alumnado a despertar curiosidad al principio de la clase: “Al venir hoy para acá he visto en el parque…”
3
Crear una atmósfera que facilite el diálogo, donde el alumnado se sienta a gusto para preguntar, intervenir…
4
Dar tiempo suficiente para que el alumnado desarrolle sus cuestiones y argumentos.
5
No preguntar sobre un tema concreto, sino incentivar al alumnado para que plante el problema de forma espontánea. Ello estimula su propia querencia, autoestima y motivación personal.
6
Introducir durante el desarrollo de la clase elementos que impliquen incongruencia, contradicción, novedad, sorpresa, complejidad, desconcierto, incertidumbre…
7
Que los grados del punto 6 sean los adecuados para no provocar ansiedad en el alumnado.
8
En las clases prácticas procurar la participación activa del estudiante y su exploración personal.
9
Reforzar el mérito y el aplauso ante una buena pregunta o resolución de un determinado problema.
10
Modular pero no dirigir la búsqueda de una respuesta por parte del alumno o alumna y menos proporcionar la resolución del problema.
Se trata de inyectar en el alumnado la curiosidad y así fomentar su disposición para aprender.
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