La mayor multinacional farmacéutica, la estadounidense Pfizer, negoció en abril de 2009 con el Gobierno de Nigeria un acuerdo para evitar un juicio por la muerte de 11 niños en el país africano y las secuelas causadas en decenas de ellos en el ensayo clínico de un medicamento llamado Trovan.
Unas 200 familias de Kano, al norte de Nigeria, aseguraban que su país fue en 1996 un experimento para probar el Trovan y utilizar a sus hijos como cobayas humanos. La compañía pagó 57 millones de euros para indemnizar a las familias y evitar así que la causa criminal que había comenzado en los tribunales llegase a prosperar.
La historia del experimento del medicamento Trovan fue corroborada por uno de los médicos de la compañía, Juan Walterspiel. Un año y medio después del experimento, el experto se puso en contacto con la directiva de Pfizer y denunció la violación de las normas éticas en el ensayo clínico. Walterspiel fue despedido. Según Pfizer, por otros motivos. El medicamento se aprobó después en Europa y Estados Unidos. Allí se sigue usando aunque solo como un tratamiento para infecciones muy severas. La Unión Europea lo retiró porque causaba problemas hepáticos. Solo entonces, con la denuncia de Walterspiel, el caso salió de las fronteras de Nigeria. El país más poblado de África, con unos 140 millones de personas, normalmente enfrentadas en diferentes etnias, se echó a la calle en 2002. Tras las manifestaciones, el Gobierno demandó a Pfi zer. La batalla legal se prolongó durante años y se terminó cuando la compañía y el Gobierno nigeriano llegaron a un pacto. Los cables de la Embajada de EE UU en Abuja demuestran que, lejos de ser fruto de una negociación, el acuerdo se cocinó para evitar que la empresa se sentase en el banquillo.
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