lunes, 23 de mayo de 2011

HISTORIAS Y CUENTOS EN VERSO ( Para regalar a niños...y no tan niños)


EL JARDINERO Y SU AMO 

En un jardín de flores 
había una gran fuente, 
cuyo pilón servía 
de estanque a carpas, tencas y otros peces. 

Únicamente al riego 
el jardinero atiende, 
de modo que entretanto 
los peces agua en que vivir no tienen. 

Viendo tal desgobierno, 
su amo le reprende, 
pues, aunque quiere flores, 
regalarse con peces también quiere; 
y el rudo jardinero 
tan puntual le obedece, 
que las plantas no riega 
para que el agua del pilón no merme. 

Al cabo de algún tiempo 
el amo al jardín vuelve; 
halla secas las flores, 
y amostazado dice de esta suerte: 
«Hombre, no riegues tanto 
que me quede sin peces, 
ni cuides tanto de ellos 
que sin flores, gran bárbaro, me dejes». 

La máxima es trillada, 
mas repetirse debe: 
si al pleno acierto aspiras, 
une la utilidad con el deleite. 

La perfección de una obra consiste 
en la unión de lo útil y lo agradable 

Tomás de Iriarte 

JUGUETES 

¡Qué feliz eres, niño, sentado en el polvo, 
divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota! 


Sonrío al verte jugar con este trocito de madera. 
Estoy ocupado haciendo cuentas, 
y me paso horas y horas sumando cifras. 

Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas: 
«¡Qué necedad perder la tarde con un juego como ese!» 

Niño, los bastones y las tortas de barro 
ya no me divierten; he olvidado tu arte. 
Persigo entretenimientos costosos 
y amontono oro y plata. 

Tú juegas con el corazón alegre con todo cuanto encuentras. 
Yo dedico mis fuerzas y mi tiempo 
a la conquista de cosas que nunca podré obtener. 

En mi frágil esquife pretendo cruzar el mar de la ambición, 
y llego a olvidar que también mi trabajo es sólo un juego. 

Rabindranath Tagore 


EL ÚLTIMO TRATO 

Una mañana iba yo por la pedregosa carretera, 
cuando espada en mano, llegó el Rey en su carroza. 
"¡Me vendo!", grité. el Rey me cogió de la mano y me dijo: 
"Soy poderoso, puedo comprarte." Pero de nada le valió su poderío 
y se volvió sin mí en su carroza. 

Las casas estaban cerradas en el sol del mediodía 
y yo vagaba por el callejón retorcido 
cuando un viejo cargado con un saco de oro me salió al encuentro. 
Dudó un momento, y me dijo: "Soy rico, puedo comprarte." 
Una a una ponderó sus monedas. Pero yo le volví la espalda y me fui. 

Anochecía y el seto del jardín estaba todo en flor. 
Una muchacha gentil apareció delante de mí, y me dijo: 
"Te compro con mi sonrisa." Pero su sonrisa palideció 
y se borró en sus lágrimas. Y se volvió sola otra vez a la sombra. 

El sol relucía en la arena y las olas del mar rompían caprichosamente. 
Un niño estaba sentado en la playa jugando con las conchas. 
Levantó la cabeza y, como si me conociera, me dijo: 
"Puedo comprarte con nada." Desde que hice este trato jugando, soy libre. 

Rabindranath Tagore 

EL CONSUELO

Cuentan de un sabio que un día 
tan pobre y mísero estaba, 
que sólo se sustentaba 
de unas hierbas que cogía. 

¿Habrá otro, entre sí decía, 
más pobre y triste que yo?; 
y cuando el rostro volvió 
halló la respuesta, viendo 
que otro sabio iba cogiendo 
las hierbas que él arrojó. 

[Fragmento de La vida es sueño] 

Pedro Calderón de la Barca 

LA PERA VERDE Y PODRIDA 

Iba un día con su abuelo 
paseando un colegial 
y debajo de un peral 
halló una pera en el suelo. 

Mírala, cógela, muerde; 
mas presto arroja el bocado, 
que muy podrida de un lado 
estaba y del otro verde. 

Abuelo, ¿cómo será 
decía el chico escupiendo, 
que esta pera que estoy viendo 
podrida, aunque verde, está? 

El anciano con dulzura 
dijo: vínole ese mal 
por caerse del peral 
sin que estuviera madura. 

Lo propio sucede al necio 
que, estando en la adolescencia, 
desatiende la prudencia 
de sus padres con desprecio; 
al que en sí propio confía 
como en recurso fecundo 
e ignorando lo que es mundo 
engólfase en él sin guía. 

Quien así intenta negar 
la veneración debida 
en el campo de la vida 
se pudre sin madurar. 

Concepción Arenal 

EL CIEGO 

En una noche muy oscura 
Va un ciego con una linterna en la mano, 
Y alguien pasa y murmura: 
“¡Vaya un tonto!. ¿De qué le sirve eso, paisano?”. 

Y respóndele: “Amigo, 
Para que otro mas sabio no choque conmigo”. 

Rafael Pombo

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